domingo, 2 de junio de 2013
Natalicio de Leoncio Martínez (Leo)
El 14 de octubre de 1941 murió en
Caracas su ciudad natal el polifacético escritor, caricaturista y periodista
Leoncio Martínez (Leo).
Murió a la edad de 53 años después
de una prolongada enfermedad. Había
nacido el 22 de diciembre de 1883. Era
hijo de don Juan Martínez Zozaya reputado contabilista de la época, y de doña
Carmen Martínez de Zozaya.
Leo, compinche del célebre humorista
Job Pim, se reveló literariamente en el Cojo Ilustrado, donde también trabajaba
como dibujante e ilustrador. En calidad
de periodista se abrió paso en 1909 cuando fundó “El Independiente” y en marzo
de ese mismo año sufre su primera prisión.
En 1911, a pesar de la buena posición que tenía en el diario “El
Universal” viajó a San Juan de Puerto Rico contratado por la revista “Carnaval”
y regresó al año siguiente cargado de popularidad.
En 1912 fundó junto con un grupo de
artistas el Circulo de Bellas Artes que hermanó a pintores, escultores,
periodistas, escritores, gente de teatro, de la bohemia, y el ingenio de
aquellos días.
La actividad de Leo por ese tiempo
era desbordante, especialmente en la revista “Fantoche” y “Pitorreos” fundada
por su amigo Job Pim en 1918.
“Pintorreos” llegó a convertirse en diario vespertino al precio de un
centavo, pero al poco tiempo fue clausurado y tanto Leo como Job Pim fueron a
parar por tres años a La
Rotunda. Aquí escribe la Balada del Preso
Insomne. A la muerte de Gómez en 1935,
Leo preparó la reaparición de “Fantoche” que había sido clausurado en
1933. Sus caricaturas gracias a las
libertades políticas tienen gran éxito.
Su tono subido y ridiculizante pone en aprieto a mucha gente y las
multas contra el semanario se hacen frecuentes.
El pueblo colabora de a locha y a centavo para cancelar las sanciones de
la Gobernación
y en esa misma forma menuda las desembolsa el genial humorista. En 1937 una campaña de Leo en forma de
caricaturas que representan a los miembros de la Unión Nacional
Estudiantil (UNE) origina una paliza contra el periodista, y la prensa
caraqueña se ocupó por mucho tiempo del caso.
En 1941 en la transición López Contreras a Medina ya se veía venir el
final del gran humorista venezolano.
Entonces apareció el “Morrocoy azul” que le dedicó un homenaje. Monseñor Pellín, director de la Religión , fue su confesor
y cuenta que debido a que no podía hablar, se confesó con papelitos. El último papelito, después de la absolución,
decía: Mira Pellín, si vas a poner los
óleos no me los pongas en los pies porque los tengo más sucios que la camisa de
Isabel la Católica.
El diario El Nacional debería pagar la multa como la pagó LEO , todos los demócratas contribuiríamos
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