El 17 de octubre de 1817, Simón Bolívar, jefe supremo
de la República
de Venezuela, dirige una proclama a los soldados del ejercito Libertador
explicando el proceso y ejecución de la sentencia de muerte contra el General,
Manuel Piar.
¡Soldados! – dice Bolívar – ayer ha sido un día de
dolor para mi corazón. El General Piar fue ejecutado por sus crímenes de lesa
patria, conspiración y deserción. Un
tribunal justo y legal ha pronunciado la sentencia contra aquel desgraciado
ciudadano, que embriagado con los favores de la fortuna, y por saciar su
ambición pretendió sepultar la patria entre sus ruinas. El general Piar a la verdad, había hecho servicios importantes a la República y aunque el
curso de su conducta había sido siempre el de un faccioso, sus servicios fueron
pródigamente recompensados por el Gobierno de Venezuela.
“Nada quedaba que desear a un jefe que había obtenido
los grados más eminentes de la milicia.
La segunda autoridad de la
República que se hallaba vacante de hecho, no la disidencia
del general Mariño iba hacerle conferida antes de su rebelión; pero este
general, que solo aspiraba al mando supremo, formó el designio más atroz que
puede concebir una alma perversa. No
solo la guerra civil, sino la anarquía y el sacrificio más inhumano de sus
propios compañeros y hermanos se había propuesto Piar”
¡Soldados! Vosotros lo sabéis. La igualdad, la libertad y la independencia son nuestra divisa. ¿La humanidad no ha recobrado sus derechos
por nuestras leyes?. ¿Nuestras armas no han roto las cadenas de los esclavos? ¿La odiosa diferencia de
clases y colores no ha sido abolida para siempre? ¿Los bienes nacionales no se
han mandado a repartir entre vosotros?
¿No sois iguales, libres, independientes, felices y honrados? ¿Podría
Piar procurarnos mayores bienes? No, no, no.
El sepulcro de la
República lo abría Piar con sus propias manos para enterrar
en él la vida, los bienes y los honores de los bravos defensores de la
libertad.
“El cielo ha visto con horror este cruel
parricida. El cielo lo entregó a la
vindicta de las leyes. El cielo ha
permitido que un hombre que ofendía a la divinidad y al linaje humano no
profanase más tiempo la tierra que no debía sufrirlo un momento después de su
crimen.
¡Soldados! El
cielo vela por nuestra salud, y el gobierno que es vuestro padre sólo se
desvela por vosotros. Vuestro jefe que
es vuestro compañero de armas, y que siempre a vuestros peligros y miserias,
como también de vuestros triunfos, confía en vosotros. Confiar pues, en él, seguros de que os ama
más que si fuera vuestro padre o vuestro hijo.
Cuartel general de Angostura, octubre 17 de 1817. Simón Bolívar”.
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