viernes, 31 de mayo de 2013

La Universidad Santa María


Universidad Santa María (USM) / Antonio Rodríguez

             El 19 de octubre de 1953 abrió por primera vez sus puertas la Universidad Santa María, fundada por una mujer:  doña Lola de Fuenmayor.
            Esta Universidad privada del país abrió sus aulas en una vieja casona caraqueña de “El Paraíso” que había servido de sede a la embajada  de Holanda.  Empezó con las Facultades de Derecho, Farmacia y Odontología que duró poco tiempo.  Varios años después se agregaron las Facultades de Ingeniería y Economía.
            Han dirigido a la Universidad Santa María desde el rectorado el historiador J.L. doctor Salcedo Bastardo, primero.  Luego, el penalista doctor José Rafael Mendoza, lo siguió hasta los días de su muerte otro penalista de renombre, el doctor José Ramón Berrizbeitia.  Para el vigésimo quinto año de su fundación la dirigía como rector el doctor Juan Bautista Fuenmayor.
            Los fundadores de la Universidad Santa María la han calificado de democrática y liberal.  No recibe ningún financiamiento del estado, tampoco de grupos sociales ni económicos y se proyecta para todas las clases sociales y todas las corrientes políticas.  Durante la dictadura perezjimenista, cuando era difícil el acceso a otras universidades, los estudiantes tuvieron allí gran acogida y pudieron finalizar sus carreras.  La Facultad de Derecho hasta hace poco acusaba la mayor demanda de inscripciones.  De ella egresan alrededor de 200 abogados al año.  Con los cursos de postgrado en derecho penal y derecho procesal, civil y mercantil, la Universidad ha adquirido importancia.  A la par de esta escuela, aunque de más reciente data está la de Economía y Ciencia Sociales, con más de 4 mil estudiantes.  La población estudiantil de la Santa María para 1979 pasaba de los once mil alumnos.  La Universidad construyó un edificio para ampliación de sus actividades académicas en terrenos anexos a su sede de El Paraíso así como un polideportivo en los Chorros, en terrenos donados por la sucesión Pérez Alfonzo.  En la actualidad se extiende  con núcleos de pregrado y postgrado a la provincia.


Muerte de José Rafael Pocaterra


            El 20 de octubre de 1955 murió en Montreal el escritor José Rafael Pocaterra.

            Murió lejos de su Valencia natal a la edad de 65 años, pues había nacido en los últimos días de 1890, en la época de Raimundo Andueza Palacio, ya en tierra las estatuas de Guzmán Blanco y asomando sus ambiciones de poder, quien más tarde morirá en la Mata Carmelera y construirá el ferrocarril de Caracas hasta la bella patria chica de Pocaterra.
            Pocaterra murió siendo profesor de la Universidad de Montreal, en Canadá.  Pero además de docente era político y fundamentalmente escritor de palabra recia amante de la libertad.
            Antes de cumplir los veinte años ya era Secretario del Ministro de Obras Públicas.  Entonces podríamos decir que se inicia como político.  Escribe en la prensa de aquellos días y en el periódico “Pitorreos” de Job Pim no faltan sus colaboraciones.  En 1936 fue electo senador y desde su curul ascendió a la Presidencia del Congreso.  Más tarde será Ministro del Trabajo y Comunicaciones.  Presidente del Estado Carabobo y finalmente diplomático.  Llegó a desempeñarse como Embajador de la Gran Bretaña, la Unión Soviética, Estados Unidos y Brasil.
            Entre sus obras de escritor destacan:  “Política  Feminista”, “Vidas Oscuras”, “Tierra del Sol Amada”, “Cuentos Grotescos”, “Integración Venezolana”, “La Casa de los Abila”, “Canto a Valencia del Rey” y “Memorias de un Venezolano de la Decadencia”.

            Posiblemente sean las dos últimas las obras más conocidas y comentadas de José Rafael Pocaterra.  “Canto a la Valencia del Rey” es un mensaje de rebeldía juvenil en el que trasciende su gran amor por su tierra y la protesta contra los usurpadores del poder.  Mientras que “Memoria de un Venezolano de la Decadencia” novela con realidad lacerante las dictaduras de Castro y Gómez proyectada desde el ángulo de la conspiración, las cárceles y el exilio.  En esta obra José Rafael Pocaterra pone de manifiesto su gran garra literaria y su capacidad de intelectual, talentoso y crítico.

Bolívar: Ni vivo ni muerto quiero que publiquen mis cartas



 

            El 21 de octubre de 1825 Bolívar, desde el  Potosí escribe a su excelencia el general Francisco de Paula Santander, encargado de la Presidencia de Colombia, para referirse a diversos asuntos contenidos en cartas recibidas en el curso de tres meses y que no había tenido ocasión de responder.
            En esta carta de respuesta a las de Santander, muy larga por cierto, Bolívar se opone a la idea que abriga el gobierno de Colombia de publicar sus correspondencias.  “No mande usted a publicar mis cartas, ni vivo, ni muerto – exige Bolívar – porque ellas están escritas con mucha libertad y con mucho desorden”.
            Bolívar también se refiere, para negarlo, a un presunto atentado contra su vida en Lima del que se habla en Bogotá con gran preocupación, y en cuanto a sus sueldos decretados por el Congreso, dice que no los necesita.  Lo que significa que en Perú nada le faltaba. ¿Qué podía faltarle a quien había bajado del norte a libertar al sur?.  Los peruanos en esos días veían a Bolívar como un salvador y aceptaban todo cuanto él proponía.  Llegaron hasta convencerse de la necesidad de convertir al Alto Perú en la nación que es Bolivia hoy.
            En esta larga carta a Santander, el Libertador habla de las próximas elecciones para Presidente y Vicepresidente de Colombia.

            “... Yo deseo francamente – dice Bolívar – recibir los sufragios de mis conciudadanos, pero más deseo aún salir de la presidencia para quedar libre de hacer lo que me convenga, sin tener que dar cuenta a nadie, pero a condición de que sea usted el presidente y no Montilla, ni aún el mismo Briceño.  Tampoco deseo que lo sea Sucre, que después de usted es el primero de los hombres, aunque todavía no tiene conocimientos de administración, ni de negocios diplomáticos.  Usted debe dar consistencia a Colombia y Sucre fundará a Bolivia.  Yo estoy cansado  de mandos, aunque nunca lo he estado menos que ahora, porque la lisonja me está colmando con sus favores, y estoy viendo nacer los frutos de las plantas que hemos sembrado.  Pero, mi amigo, acuérdese usted que del año 13 al 26 van catorce años inclusive, y el Libertador de la América del Norte no estuvo tantos, y por lo mismo, yo tampoco debo estar más, para que no digan que soy más ambicioso que él”.

jueves, 30 de mayo de 2013

Bolívar convoca al Congreso para que decida suerte de la República



            El 22 de octubre de 1818, Simón Bolívar, jefe supremo de la República de Venezuela, Capitán General de sus ejércitos y de los de Nueva Granada, lanza desde el Cuartel de Angostura una Proclama a los venezolanos haciendo un recuento de sus luchas y anunciándoles que ha llegado la hora de devolverle sus derechos soberanos mediante la convocatoria de un Congreso para que sea este definitivamente el que fije la suerte de la República.
            “Libre Guayana, y la mayor parte de Venezuela, nada nos impide ahora devolver al pueblo sus derechos” – dice Bolívar para luego exclamar:
            “¡Venezolanos! Nuestras armas han destruido  los obstáculos que oponía la tiranía a nuestra emancipación.  Y yo, a nombre del ejército libertador, os pongo en posesión del goce de vuestros imprescriptibles derechos.  Nuestros soldados han combatido por sujetarlos.  Él ejército de Venezuela sólo os impone la condición de que conservéis intacto el depósito sagrado de la libertad; yo os impongo otra no menos justa y necesaria al cumplimiento de esta preciosa y olvidada, si ponéis, en vuestras elecciones a los que os han libertado.  Por mi parte yo renuncio para siempre la autoridad que me habéis conferido, y admitiré jamás ninguna que no sea la simple militar, mientras dura la infausta guerra de Venezuela, el primer día de paz, será el último de mi mando”.
            “¡Venezolanos! No echéis la vista sobre los sucesos pasados, sino para horrorizaros de los escollos que os han destrozado; apartad vuestros ojos de los monumentos dolorosos que os recuerdan vuestras crueles pérdidas; pensaréis sólo en lo que vais a hacer;  y penetraos bien de que sois todos venezolanos, hijos de una misma patria, miembros de una misma sociedad y ciudadanos de una misma República.  El clamor de Venezuela es libertad y paz; nuestras armas conquistaron la paz, y vuestra sabiduría nos dará la libertad”.

            El anuncio de esta Proclama del Libertador publicada dos días después en el Correo del Orinoco, se concentrará el 29 del mismo mes de octubre cuando ordena la convocatoria del Congreso de Venezuela que se reunirá en Angostura el 15 de febrero de 1819 con asistencia de 26 diputados representantes de las provincias hasta ese momento libertadas.

The Daily Journal

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El 23 de octubre de 1945 salió por primera vez  “The Daily Journal”, un periódico cotidiano escrito en inglés, pero de manufactura venezolana.
            Fue fundado por el periodista Jules L. Waldman, quien antes había sido reportero del  “The New York Times” de Estados Unidos.
Cuando el “The Daily Journal” salió a la calle muchos personeros importantes incluyendo al entonces embajador norteamericano, le auguraban rotundo fracaso.  No obstante, el tiempo ha demostrado con resultos evidentes que la idea estuvo acertada y que hoy este diario redactado en inglés tiene un grueso y consecuente caudal de lectores en los extranjeros que viven en el país y en un buen porcentaje de venezolanos que por dominar o estudiar el idioma inglés se han aficionado al diario.
Sólo una vez, desde su fundación en 1945, ha aparecido, escrito en español.  Fue cuando dio el “Tubazo” sobre la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez. Más de un comentario apareció entonces al respecto.  El diario hoy es ampliamente conocido y circula en las ciudades más importantes del país, especialmente en Caracas, Zulia y Guayana. Se destaca por su seriedad, objetividad e imparcialidad.  Es considerado como un diario venezolano más pero escrito en inglés y tiene una clientela muy propia.  Ocupa puesto relevante en la América Latina, pues después de Venezuela solo en Buenos Aires y Ciudad de México se editan diarios en inglés.

            El fundador y director por mucho tiempo Jules L. Waldman definía al “The Daily Journal” como un periódico de estilo internacional similar al de la prensa norteamericana y al de las agencias noticiosas mundiales.  Conciso en la noticia, breve, sin perfiles políticos.  Aparece diariamente con un editorial sobre temas nacionales e internacionales y dos páginas con artículos famosos como Jack Anderson, Mac Lerner y Art Buchwald.  Su lema es el de servir a la causa de un mejor entendimiento y compresión entre la gente de habla hispana e inglesa.

La “Gazeta de Caracas”



            El 24 de octubre de 1808 comenzó a editarse la “Gazeta de Caracas”, primer periódico venezolano.
            Apareció por iniciativa del Capitán General interino don Juan de las Casas y fue editada por los tipógrafos irlandeses Mateo Gallagher y Jaime Lamb, quienes llegaron a Venezuela procedentes de Trinidad, el 23 de septiembre de ese mismo año.
            La “Gazeta de Caracas” se inició como semanario de los viernes, salvo las entregas extraordinarias que fueron frecuentes en su primera época.  Se edita a dos columnas en cuatro páginas y circuló hasta el 3 de enero de 1822, es decir, que desapareció antes del “Correo del Orinoco” (23 de marzo de 1822).
            La vida de la “Gazeta de Caracas” fue si se quiere larga y azarosa.  Desde el 24 de octubre de 1808 hasta el 19 de abril de 1810 fue portavoz de las autoridades coloniales y se ocupó de transcribir los oficios de la Junta de España,  y los boletines y  derrotas de Napoleón.  Destituido Emparan por el Cabildo de Caracas se puso al servicio del nuevo orden y alternó con otros voceros de la revolución.  Todo el proceso sangriento de la lucha por la independencia y constitución de la República se refleja en la “Gazeta de Caracas” a partir de 1810 y hasta 1812 sirve a la Primera República.  En 1812 pregona los triunfos de Monteverde; en 1813 y 1814  se convierte en el vocero de  las victoriosas campañas del Libertador.  A la caída de la Segunda República pasa a manos del realista José Domingo  Díaz, quien la dirige y redacta hasta el triunfo de la Batalla de Carabobo.  En resumen el primer periódico de Venezuela estuvo alternadamente y de acuerdo con la situación de la guerra al servicio de la Monarquía española y de las fuerzas patriotas.
            Se editaba en la primera imprenta instalada en Venezuela, la misma que Miranda traía en su expedición accidentada y la cual junto con el Leander había sido subastada en Trinidad para pagar el fracaso de su tentativa de independencia.  Allá en Puerto España la adquirieron Gallagher y Lamb y ambos se asociaron para instalarla en Venezuela estimulados por el Capitán don Juan de Casas.
            Como homenaje a la Gazeta de Caracas, se celebraba el 24 de octubre el “Día del Periodista”, pero la IV Convención Nacional de la Asociación Venezolana de Periodista realizada en Maracay, consideró que la Gazeta, no obstante su mérito a ser el primer periódico venezolano, no simboliza el periodismo eminentemente patriótico y en consecuencia acordó adoptar el 27 de Junio Día del Periodista venezolano en homenaje al “Correo del Orinoco”, el más puro de sus símbolos.


miércoles, 29 de mayo de 2013

Demolidas las estatuas de Guzmán

            El 25 de octubre de 1899, finalizando el gobierno del doctor Rojas Paúl cayeron para siempre las estatuas que el general Guzmán Blanco se erigió en vida.
            Guzmán Blanco que había gobernado a Venezuela durante dieciocho años dejó al doctor Rojas Paúl como sucesor y se fue a París acompañado de su familia como enviado extraordinario y plenipotenciario ante todas las naciones de Europa, con la intención de continuar gobernando al país por telegrama.
            Pero Rojas Paúl con el favor del pueblo hizo un gobierno distinto que poco a poco fue terminando con la influencia y los intereses gusmancistas hasta el punto de cancelar las celebraciones del 27 de abril, aniversario de la revolución que lo había llevado al poder y el Día de San Antonio, cuando todas sus estatuas eran colmadas de flores.
            Uno de los objetivos de Guzmán Blanco como Ministro Plenipotenciario era el de llegar con Gran Bretaña a un arreglo sobre la reclamación de la Guayana Esequiba.  En el desempeño de esta misión pasó el verano de 1899 en Londres y por ese mismo tiempo llegaron a Caracas rumores de traición.  Los periódicos venezolanos publicaron que Guzmán “había intentado traicionar a su país renunciando a los reclamos de su gobierno sobre el territorio en disputa al oeste del río Esequibo hasta la llamada línea Schomburgh, a condición de que Gran Bretaña llegara a un compromiso con unos ingleses que poseían ciertos bonos venezolanos”
            La noticia exacerbó de tal modo el ánimo y el sentimiento nacionalista que el pueblo salió a la calle a protestar y a acabar con todo lo que de algún modo representara o tuviese conexión con Guzmán Blanco.  Fue así como cayeron sus estatuas, se destruyeron sus monumentos y saquearon sus propiedades que hasta entonces habían estado bajo la protección de la policía.  El pueblo y los estudiantes enardecidos no querían nada con el ex dictador.  Mas, Guzmán Blanco al saberlo, mandó un panfleto a Venezuela para su distribución en el que describía sus procedimientos y defendía su trayectoria de venezolano integral.


La Logia Masónica en Guayana

            El 26 de octubre de 1854 se constituyó en Guayana la actual Logia Masónica “Asila de la Paz” por iniciativa del esclarecido político y militar José Gabriel Ochoa.  Eran tiempos del general José Gregorio Monagas, libertador de los esclavos y en Guayana gobernaba Francisco Capella.

            Hasta entonces la Logia Masónica en Guayana había tenido una vida inestable.  La primera se fundó en Angostura en abril de 1818 con el nombre de “Concordia” y tuvo su sede en parte del edificio donde funcionó el Colegio de Guayana y más tarde el Congreso de Venezuela.
            Esta primera Logia nació por idea de James Ambrose, capitán del bergantín inglés “Hunter” y en ella fueron iniciados oficiales patriotas como el general Tomás Montilla, para entonces gobernador de Guayana; el Capitán José Padilla, comandante de la escuadra republicana y comerciantes de la ciudad como James Hamilton, Alderson y otros.
            Extinguida esta primera Logia a causa de los avatares de  la guerra de la independencia, se fundó el 14 de mayo de 1845 la Logia “Estrella del Oriente de Colombia” bajos los auspicios del Grande Oriente de Edimburgo.
            El historiador carupanero Bartolomé Tavera Acosta, en su libro “Anales de Guayana” hace un comentario sobre la Logia Masónica y dice que el Gran Maestro de esta Logia fue Florentino Grillet y que sus estatutos fueron reformados  en abril de 1853 siendo Venerable Maestro Adolfo  Wuppermann.  Lo cierto es que para 1854 esta Logia ya no existía y los masones disgregados fundaron el actual “Asilo de la Paz” Nº 34 conforme carta constitutiva expedida por la Gran Logia de Venezuela el 17 de agosto de ese mismo año.  El 24 de agosto de 1865se le cambió el número 34 por el 13con el que en la actualidad se distingue.  Los primeros dignatarios y oficiales de taller de la Logia Asilo de la Paz fueron:  José Gabriel Ochoa, grado 18, Venerable; Primero y Segundo vigilantes, José Marzán y José  Fermín Carreño, respectivamente, ambos grado 18; José Ramón Serrano, Orador, grado 2; Secretario, Pedro Mares, grado 3, Tesorero; y Amador Arias, grado 3, hospitalario.


La Academia Nacional de la Historia

 

  Juan Pablo Rojas Paúl  Juan Pablo Rojas Paíl
        El 27 de octubre de 1888 el Presidente de Venezuela Juan Pablo Rojas Paúl decide la creación de la Academia Nacional de la Historia mediante decreto que ejecuta y promulga al día siguiente, onomástico del Libertador.
            La Academia de la Historia es una corporación de carácter literario y tiene entre sus funciones la de recopilar en forma juiciosa y seria, documentos de interés para el acervo cultural de la nación.  A ella, por consiguiente, llevan sus individuos de número las dudas y dilemas de nuestra historia a fin de ser aclaradas a la luz de la verdad.
            Consta de 24 sillones marcados con las letras del abecedario, a excepción de la A, Ch, Ñ, U y W.  En ellos se sientan los académicos de la historia.  Los fundadores de la Academia otorgaron el sillón “A” al entonces Presidente de la República doctor Rojas Paúl otros dos Presidentes han sido miembros de la Academia:  José Gil Fortuol (encargado), quien ocupó el sillón “K” y Raimundo Andueza Palacios, sillón letra “Y”.  Por lo menos hasta 1979.
            Pero no solamente presidentes han sido académicos sino también varios ministros y hasta personajes que estuvieron en la misma guerra de independencia como Eduardo Blanco y José de Briceño.  Mujeres como Lucila Luciani de Pérez Díaz, Ermilia Troconis de Veracoechea y prelados como el Cardenal Humberto Quintero igualmente han pasado por la prestigiada corporación literaria.
            La Academia sesiona una vez por semana – jueves a las 5 de la tarde – en la vieja casa de estudios en la esquina de San Francisco en Caracas y que originalmente fuera el Real Colegio Seminario de Santa Rosa.  La Academia a pesar de ser decretada el 28 de octubre de 1888 no se instaló sino un año después.  Desde entonces su papel ha sido fructífero y dinámico tal cual como en su debida oportunidad  lo conceptuó uno de sus miembros, el académico Lino Iribarres Celis:  “La Academia Nacional de la Historia de Venezuela no es una de esas casas simbólicas que constituyen en algunos de nuestros países,            el cuadro formal de  la cultura:  casa muerta que sólo sirve para marco de sobresalientes figuras de las letras o la investigación histórica y para que vegeten con sueldos de hambre una media docena de empleados.  A pesar de todo, la Academia es casa vida, operante, activa, si se atiene a la utilidad que ofrece tanto a los académicos en particular como a instituciones extranjeras y a todo aquel que haga investigaciones históricas, idigenistas, genealógicas, lingüísticas, bibliográficas, etc.”


martes, 28 de mayo de 2013

Natalicio de Don Simón Rodríguez



            El 28 de octubre de 1771 nació en Caracas Don Simón Rodríguez, educador y maestro del Libertador, revolucionario y predicador de la libertad.
            No sentó mucho tiempo planta en su patria.  Se lo pasó viajando por Europa y los países del nuevo Continente, acaso decepcionado porque sus ideas sobre la educación popular poca atención merecían en la Venezuela que tanto amaba.  El pedagogo imbuido en las ideas de los enciclopedistas franceses, sin embargo, pensó que algún día la libertad florecería en América y entonces el terreno estaría abonado para llevar adelante su tesis sobre la educación popular que en 1794 vio con escasa simpatía el Cabildo de Caracas.
            Cuando sabe que la independencia de América da trancos felices y seguros abandona la Europa y llega directo a Bogotá.  Bolívar se entera en el Perú de su arribo y desde allá le escribe:  ¡Oh, mi maestro, Oh mi  amigo! Oh mi Robinson, usted en Colombia, usted en Bogotá, y nada me ha dicho, nada me ha escrito.  Sin duda es usted el hombre más extraordinario del mundo; podría usted merecer otros epítetos, pero no quiero darlos por no ser descortés al saludar a un huésped que viene del Viejo Mundo al Nuevo; si, a visitar su patria que ya no conoce y que tenía olvidada, no en su corazón, sino en su memoria.  Nadie más que yo sabe lo que usted quiere a nuestra adorada Colombia.  ¿Se acuerda cuando fuimos juntos al Monte Sacro de Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá usted olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento a la misma esperanza que no debíamos tener”.
            La presencia de Don Simón en la Gran Colombia alienta los propósitos educacionales del Libertador, quien lo hace llamar y le confiere el flamante cargo de Director Inspector General de Instrucción Pública y Beneficencia.  En Chuquisaca apoya sus esfuerzos y pronto establece allí una escuela de lo que es hoy para los venezolanos el INCE.
Muchos tropiezos para su obra tuvo sin embargo don Simón aquí hasta un día en que Sucre no lo aguanta más y se va a Chile a continuar su tarea.  En 1842 recalará achacoso a Lima y el 28 de febrero de 1854 muere a la edad de 83 años en el pueblo de San Nicolás de Amotape.  Don Simón Rodríguez dejó varias obras, entre ellas “El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social” (1830) y “Sociedades Americanas” (1842).  En el bicentenario de su natalicio en 1971 el entonces Presidente Rafael Caldera decretó en su honor la Universidad Simón Rodríguez y la edición de sus obras.


Decapitado Sir Walter Raleigh


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            El 29 de octubre de 1618 fue decapitado en Londres Sir Water Raleigh por haber incendiado a Santo Tomás de la Guayana y dado muerte en una sangrienta escaramuza al gobernador don Palomeque de Acuña.
            Testigo increíble de aquel acontecimiento que repercutió en el mundo fue Cristóbal Uayacundo, un indio que Raleigh se había llevado como parte del botín.
            Pero Raleigh directamente no quemó a Santo Tomás de Guayana sino su enviado Lorenzo Keymis, quien se volaría los sesos de un pistoletazo cuando el caballero inglés que por quebrantos de salud se había quedado en Trinidad, le reclamó airadamente el suceso donde también había muerto su hijo Wat.
            La quema de Santo Tomás de la Guayana, la muerte de su hijo Wat y el suicidio de Keymis, sellaron el fracaso de la última expedición de Sir Water Raleigh al Nuevo Mundo en busca del fantástico Dorado que desveló a toda una legión de conquistadores.
            Esta última y desgraciada expedición la emprendió el militar y caballero inglés tras haber permanecido durante tres años prisionero en la famosa Torre de Londres acusado de conspirar contra su Majestad el Rey Jacobo Primero sucesor de Isabel, la Reina Virgen, que tanto favores hizo a Raleigh.  El monarca le conmutó la pena de muerte y recobrada su libertad se vino al Nuevo Mundo en busca de territorios y riquezas para el Imperio, pero traía una advertencia:  No debía tocar ni meterse con las posesiones de España, país con el cual Inglaterra deseaba fortalecer y mantener sus relaciones.  Pero he aquí que Raleigh violó esta orden real y al regresar a su patria se le condenó a muerte.
            Tenía 66 años cuando fue decapitado.  De nada le valieron sus múltiples actividades de soldado del reino, aventurado de los mares, explorador de Terranova, de la costa oriental norteamericana, sus luchas contra la invencible armada española que protegía  posesiones en América, su condición de hombre galante, escritor, poeta y favorito de la Reina.  Murió irremisiblemente y de él se escribió que estando de pie en el patíbulo le pidió a su  Verdugo le dejase ver el instrumento con el que cortaría su cabeza:  “Permítame verlo.  Crees que tengo miedo?” dicen que dijo y el verdugo le entregó el hacha cuyo filo acarició con estas palabras:  “H e aquí una medicina fuerte pero que vence todas las enfermedades”.
- ¿Y de qué lado os provoca recostar la cabeza Sir?

- Si el corazón está bien puesto nada importa el lado en que esté colocada - respondió el poeta. 

Bolívar disgustado con Santander

            El 30 de octubre de 1823 el Libertador que se hallaba en Lima asegurando la independencia del Perú, último e importante baluarte de los realistas, escribe al Vicepresidente (encargado de la Presidencia) de Colombia, general Francisco de Paula Santander, para referirse entre otras  a la cuestión de sus haberes y al reemplazo de Rafael Revenga como comisionado del gobierno en Londres.
            Como en el Congreso había surgido una tendencia contra fundamentos importantes de la Constitución propuesta por Bolívar, éste había insinuado a Santander en carta anterior la idea de su haber para irse a otra parte en caso de que se alterase al Ley Fundamental.  A pesar de que la  Constitución no se alteró, Santander sometió al Congreso la idea del haber pendiente del libertador y se le decretó sueldo y pensión.  Bolívar al saberlo se sintió herido y así se lo manifestó a Santander expresando:  “que el que trabaja por la libertad y la gloria no debe tener otra recompensa que la gloria y la libertad”.
            “Crea usted con franqueza – manifiéstale Bolívar – que me ha herido hasta el alma la lectura de esta carta.  Mi desesperación en Tulcán al ver triunfantes a los desertores de la unidad me hizo pedir a fin de poderme ir muy lejos y de vivir algunos años más en la más completa oscuridad”.
            Rafael Revenga que se hallaba en Inglaterra en misión del gobierno, es relevado por el senador Hurtado y esta decisión del Congreso lastima de tal modo a Bolívar que llega a calificarle de “desaire” y de “inicuo”.
            “La República va a perder un buen servidor y además ya me tiene perdido para siempre:  no mandaré yo, no bajo un senado ingrato y absurdo que paga tan mal a los mejores ciudadanos y es incapaz de juzgar el mérito” dice Bolívar.
            Mientras en el Perú aclamaban a Bolívar, en Colombia las cosas le salían torcidas.  Santander y el Senado parecían contradecirlo hasta el punto incluso de regatearle los auxilios.  Esto queda a la vista cuando en la misma carta el Libertador molesta a Santander cuando le dice:  “No hablaré a usted más de auxilios de tropas porque ya usted ha respondido suficientemente a todo.  Usted responde como los inquisidores lo hicieron a Molina; quiero decir que usted se enfada cuando le piden, y yo no sé si será mejor perder que no pedir”.



lunes, 27 de mayo de 2013

El Pacto de Punto Fijo

           

 El 31 de octubre de 1958 se firmó el célebre pacto de Punto Fijo en la quinta del mismo nombre propiedad del doctor Rafael Caldera y el cual tuvo su antecedente en el Pacto de Nueva York suscrito por los máximos  representantes  de los tres grandes partidos políticos de Venezuela:  Acción Democrática, Copei y Unión Republicana Democrática.
            La necesidad de la unidad de los tres partidos nacionales proclamada en Nueva York por Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera, contra la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez y a favor del sistema democrático, tuvo su momento cumbre cuando después de varios meses de derrocada la tiranía, los máximos líderes nombrados se comprometieron a imprimirle un elevado tono al debate electoral y respetar y hacer respetar el resultado de las elecciones.
            Por Acción Democrática suscribieron Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios; por Copei,  Rafael Caldera, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández y por URD: Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya y Manuel López Ribas.  De este pacto tripartito que también sirvió de base para el gobierno de coalición que presidió Betancourt, quedó excluido el Partido Comunista de Venezuela, no obstante su vigencia como partido nacional y su participación activa en la lucha clandestina contra la dictadura.
            Pero el Pacto de Punto Fijo propiamente dicho no llegó a los dos años de vida, pues URD, sacudido por la base, se fue a la calle a hacerle oposición al gobierno betancourista que sostenido por Copei en la llamada alianza guanábana, se enfrentó a tremendas crisis que pusieron a prueba el temple y envergadura de Rómulo Betancourt.  A pesar de los brotes conspirativos y de su fraccionamiento interno, AD, con Leoni a la cabeza, volvió a ganar las elecciones.  URD entonces hizo un buen papel desde la oposición, pero nuevamente atraído por el Poder revivió el espíritu del Pacto de Punto Fijo con el llamado gobierno de ancha base de AD que excluía a Copei con su línea doble “A” (Autonomía de Acción) e integraba a URD y al FND, partido nuevo que había salido a la arena política con la candidatura del escritor Arturo Uslar Pietri.






Consejo de Estado en Angostura


Brión presidente del Consejo de Estado

El primero de noviembre de 1817, Bolívar instala en Angostura un Consejo Provisional de estado integrado por el almirante Luis Brión en calidad de presidente y como vocales:  el general Manuel Cedeño y el licenciado Francisco Antonio Zea.
            Este Consejo de Estado para informar en los asuntos administrativos, funcionaría mientras no estuviese libre la mayor parte del territorio nacional si se pudiese establecer el gobierno representativo.
            Igualmente instaló el Libertador cinco días después un Consejo de Gobierno  en el que delegaría algunas de sus facultades  durante su ausencia en campaña.  Estaba formado así:  Estado y Hacienda, Francisco Antonio Zea, (presidente), Fernando Peñalver, José María Ossa y Vicente Lecuna (vocales).  Marina y Guerra:  Almirante Luis Brión (presidente), generales Manuel Cedeño y Tomás Montilla,  coroneles Francisco Conde y Pedro Hernández (vocales).  Interior y Justicia:  doctor Juan Martínez (presidente), doctor Luis Tomás Peraza, licenciado Tomás Richard, quien también fungía de secretario privado del Almirante Brión.
            Tanto el Consejo de Estado como el Consejo de Gobierno y la Alta Corte de Justicia, que también había sido nombrada, tendría su asiento en Angostura, capital provisional de Venezuela.  La gobernación y defensa de Guayana fue encomendada al general Manuel Cedeño con diez escuadrones de caballería, dos batallones de infantería y dos compañías de artillería y de la guardia nacional.

            En su discurso de instalación el Libertador dijo que “La creación del  Consejo de Estado, va a llenar las augustas funciones del poder legislativo no en toda la latitud que corresponde a la soberanía de este cuerpo, porque sería incompatible con la extensión y vigor que ha recibido el Poder Ejecutivo, no solo para libertar al territorio y pacificarlo; si no para crear el cuerpo entero de la República, obra que requiere medios proporcionados a su magnitud y cuantas fuerzas puedan residir en el gobierno más concentrado”.

Solano gobernador de Venezuela

            El 2 de noviembre de 1763 tomó posesión del gobierno de la Provincia de Venezuela, Don José Solano y Bote, uno de los mandatarios más progresistas de la época colonial.
            Don José Solano había estado antes en Venezuela, en el año 1754, encabezando junto con José de Iturriaga una expedición española – portuguesa que debía cumplir la difícil tarea de fijar los límites entre Venezuela y Brasil.
            La expedición duró siete años y permitió la fundación de los pueblos de Ciudad Real, Real Corona, San Antonio de Maipures, San Carlos de Río Negro y San Fernando de Atabapo.
            Se cuenta que para poder llegar a Río Negro, Solano hizo abrir un camino de 25 leguas desde el Orinoco y construyó 35 puentes de madera.
            Solano logró remontar el Orinoco hasta los Raudales de Atures, hazaña que cumplió el 28 de marzo de 1756 dejando asombrado a los primitivos habitantes de la región.
            Las informaciones acopiadas fueron de gran importancia para España.  Sus hitos fijados en el Alto Orinoco y Río Negro afianzaron con el tiempo la posesión venezolana sobre la región.
            Fue Solano precisamente quien dio cuenta al Rey de la situación de Santo Tomás de la Guayana y planteó la necesidad de fijarla en otro pie para evitar las frecuentes acometidas de los piratas.  Solano entonces recomendó la parte más estrecha del Orinoco y allí fue trasladada siendo él Gobernador de la Provincia de Venezuela.
            Luego de cumplida su expedición regresó a España en 1761 y en 1763  hubo de volver a Venezuela como hombre fuerte.  Su trabajo de siete años había impresionado a la Corona que no vaciló en designarlo gobernador de la provincia de Caracas oVenezuela que dependía desde 1742 de la Audiencia de Santo Domingo.

            Desde 1528  hasta 1777  la provincia de Caracas tuvo 56 gobernadores y capitanes generales, entre los que destacó Don José Solano como gran impulsor de  su desarrollo.