miércoles, 8 de mayo de 2013

Los restos del Libertador

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            El 23 de diciembre de 1852 los restos del Libertador que se hallaban provisionalmente en el templo de San Francisco, fueron trasladados a la Capilla de la Trinidad de la Catedral y cubiertos con un monumento realizado por el escultor Tenerani que en ese mismo día inauguró el Presidente José Gregorio Monagas.  Pero había sido decretado en la época de Páez por el Congreso de 1842.
            Los restos del Libertador que por decreto del mismo José Antonio Páez se hallaban en Venezuela desde 1842 traídos de Santa Marta, fueron junto con el monumento de Tenerani trasladados finalmente al Panteón Nacional, por decisión del Presidente Antonio Guzmán Blanco, el 28 de octubre de 1875, onomástico del Libertador.
            El Panteón Nacional fue construido en tiempos del propio Guzmán Blanco e inaugurado en 1872 con la inhumación en su recinto de los restos del prócer y Presidente general José Gregorio Monagas y de los caudillos federalistas, generales Ezequiel Zamora y Manuel Ezequiel Bruzual.
            Cuando Guzmán Blanco decidió el traslado de los restos del Libertador al Panteón Nacional, la urna fue introducida en una arca cineraria de estilo gótico construida por el francés Emilio Jacquin.  Era de cedro con revestimiento de pasta, labores de oro, techo plateado y ovijas con fondo de terciopelo carmesí.  Esta arca fue cambiada en 1930 por la urna de bronce que actualmente existe en el Panteón.  En la ceremonia suntuosa del traslado de los restos al Panteón en medio de una gran multitud hablaron, en la Catedral, el fabulista y político caraqueño Dr. Jesús María Sistiaga.  A las puertas del Panteón, el doctor Eduardo Calcaño y finalmente en el acto de recepción el Arzobispo Ponte; Juan Rohl a nombre del Cuerpo Consular; Jacinto Gutiérrez, por la Corte Federal y el Presidente Antonio Guzmán Blanco, quien insistió una vez más en afirmar que “Bolívar es, después de Jesucristo, el mortal más grande que ha tenido la humanidad”.

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