domingo, 30 de junio de 2013

Natalicio de Brión

File:Almirante Luis Brion.jpg

            El 6 de julio de 1782 nació en la isla de Curazao el armador Luis Brión, primer almirante de la Armada de la República de Venezuela y quien tuvo mucho que ver con la Toma de Angostura y conquista definitiva de la provincia de Guayana.
            Tal vez al Almirante Luis Brión no lo quieran mucho los guayaneses por haber presidido el Consejo de Guerra que sentenció a muerte a su paisano el General Manuel Piar, pero sería mezquino desconocer sus aportes a la guerra de Independencia y particularmente a la liberación de Guayana, todavía hasta julio de 1817 en poder de los españoles.
            Brión fue el primer Almirante de Venezuela  y de la antigua República de Colombia, pero no vivió lo suficiente para disfrutar su jerarquía de Almirante héroe de la patria,  pues murió el 27 de septiembre de 1821, a la temprana edad de 39 años.
            Conoció a Bolívar en 1813, estrecharon buena amistad y puso sus barcos a la orden de la causa republicana.  En 1816, cuando la expedición de Los Cayos y su victoria en los Frailes, Bolívar lo ascendió a Almirante.  Fue el primer Almirante de la Armada Republicana.
            Las Fuerzas Navales de Venezuela no han tenido en el curso de su historia sino dos Almirantes:  El curazoleño Luis Brión y el colombiano José Prudencio Padilla, nativo de Río Hacha, y quien derrotó a la armada realista que capitaneaba Angel de Laborde en la Batalla del Lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823, con la que se liberó la parte occidental de Venezuela.  Padilla  a la edad de 14 años ingresó a la Armada española derrotada en la Batalla de Trafalgar por el Almirante Nelson.

            Lino Clemente y Palacios, nacido en Petare el 23 de septiembre de 1767, fue el primer venezolano en ostentar un alto rango en la Armada, tal el de Vicealmirante que es inmediato al de Almirante.  Este prócer de la Independencia, hizo carrera militar en el mar, pero igualmente tuvo figuración en la infantería.  Nacido de cuna rica, murió en extrema pobreza, pero en plena gloria.  Murió en Curazao y sus restos transferidos al Panteón Nacional de Caracas.

Bolívar contra Bermúdez

            El 6 de julio de 1816 el General José Francisco Bermúdez llegó desde Kingston, al puerto de Ocumare de la Costa, siguiendo por su cuenta la expedición de los Cayos emprendida por Bolívar.
            Tan pronto llegó al puerto ofició al Libertador participándole su  llegada y su deseo de incorporarse, pero Bolívar en carta fechada dos días después lo rechaza por insubordinado y sedicioso.
            En efecto, Bermúdez tuvo posiciones encontradas con Bolívar.  Al perderse la Segunda República se unió a Ribas y a  Piar para deponer y expulsar al Libertador y en la isla de Haití siguió ahondando las diferencias pretendiendo comandar la expedición de los Cayos.  Bolívar lo licencia y lo deja en tierra, pero éste sigue tras sus huellas y he aquí lo que el Libertador le responde tan pronto anuncia su presencia en Ocumare:
            “Después de las diferencias y contestaciones que usted excitó en Los Cayos, y que me obligaron a licenciarlo; después de los partidos que continuó formando para oponerse a la expedición, pretendiendo el mando de ella contra la voluntad general de todos los que la componían, contra la determinación de la Junta General de Jefes notables que me encargó su dirección, y lo que no menos, contra el expreso comprometimiento de usted después de los votos formales y expresos usted y sus compañeros hicieron públicamente allí de atentar contra mi vida y de elevarlo usted a la autoridad suprema; después, en fin, de las muchas pruebas que ha dado de insubordinación y de sedición, no están en mi arbitrio admitirlo en el ejército ni en el territorio de la República.
Felizmente hasta ahora reina en uno y otro la mejor armonía y subordinación; nada aspiro sino salvar la patria, y si me disputa alguna preferencia es la de ir delante de los demás al encuentro del enemigo,  y la de ejecutar mis ordenes con la más estricta y ciega obediencia.  La presencia de usted entre nosotros turbaría todo el orden, volvería a encender las discordias, haría revivir las odiosas y destructoras pretensiones que se han extinguido ya, y envolvería inevitablemente en sus ruinas al ejército y a la naciente República.
            Por todas estas consideraciones me veo en la forzosa necesidad de impedir a usted y a sus compañeros en el desembarque que solicitan, y lo prevengo se prepare para transbordarse con ellos a un buque que los llevará con seguridad a las colonias amigas.

            Luego que la República esté del todo libre y tranquila permitiré a usted que venga a habitar entre nosotros.  Entonces las pasiones se habrán calmado y no habrá justos temores”.

Fundación de Upata


            El 7 de julio de 1762 fue fundada en el Valle del Yocoima la villa de San Antonio de Upata, actual capital del Distrito Piar del Estado Bolívar y antiguamente asiento principal de las Misiones del Caroní.
            Fue fundada por los Capuchinos Catalanes conforme a los mandatos de la Real Cédula del 28 de septiembre de 1759, es decir, dos años antes que la Capital de la Provincia de Guayana hubiera sido trasladada a la parte más angosta del Orinoco.
            Upata está ubicada en la cuenca del Yuruary, pero a la orilla del Río Yocoima, con una población superior a los 40 mil habitantes.  Su nombre “Upata” es primitivo o autóctono según la leyenda y corresponde a la hija del Cacique Yocoima, flechada por un indio celoso cuando la vio en los brazos de un oficial hispano.
            La villa, hoy transformada en ciudad airosa y pujante, fue durante la época de la colonia y de la Independencia un granero de relevante importancia.  En manos de los misioneros capuchinos permaneció hasta 1817 cuando el General Manuel  Piar se afianzó con su ejército patriota en Guayana para que más tarde Bolívar proclamara la independencia de la provincia y sentara las bases de la Gran Colombia.
            Gallegos en su novela “Canaima” pinta a Upata como una villa de “aire luminoso y suave sobre un valle apacible entre dulces colinas.  Techos de palma, techos de zinc, rojas o patinados tejados, una vegetación exuberante, de jardín y huerta domésticos, en patios y solares.   Unos montes lejanos, tiernamente azules”.

            Así lo pintaba el escritor venezolano cuando Upata era llegadero forzoso de los matocarros tirados por mulas y bueyes.  Cuando la villa aún vivía del tránsito de los llamados “Carreros del Yuruary”, de los fletes de las cargas y del dinero de los forasteros que se dirigían a las montañas purgueras y a las minas de oro de El Callao.  Hoy Upata ha cambiado su modo de vida.  Vive de la agricultura y la cría, de sus minas de caolín y dolomita, de sus pequeñas fábricas y de su vecindad con la Zona Industrial de Ciudad Guayana.

sábado, 29 de junio de 2013

Cecilio Acosta


            El 8 de julio de 1881 falleció en Caracas a la edad de 63 años el escritor, orador, jurista, pedagogo, polemista y poeta Cecilio Acosta.
            El actor de “Reflexiones sobre la Historia”, “Los Partidos Políticos”, “Cosas Sabidas y por Saberse” y “Casitas Blancas” se tiene en Venezuela como el primer gran pensador moderno del siglo diecinueve.
            Salcedo Bastardo lo describe como un hombre tolerante, pero insobornable, a quien le tocó batallar contra el despotismo y abogar por la modernización del país, así como por una política de amplitud para los inmigrantes.
            Cecilio Acosta, nativo de San Diego de los Altos, estudió en el Seminario de Caracas, influenciado por el presbítero Mariano Fernández Fortique, quien pensaba hacerlo sacerdote, pero en 1840, siendo bachiller en filosofía, decide abandonar la carrera sacerdotal y se inscribe en la Universidad de Caracas donde se recibe de Abogado.  Llega a ser secretario de la Facultad de Humanidades de la Universidad y escribe en los periódicos de su época, unas veces con su nombre y otras con seudónimos.  Hizo oposición al Gobierno de Guzmán Blanco en “La Tribuna Liberal” y le negó su calidad de fundador y representante del Partido Liberal.  Lo hizo a pesar de haber colaborado con su gobierno en la codificación de las leyes.  De Guzmán Blanco decía en uno de sus artículos polémicos que le valieron su relegación y sepultura en vida:  “Es preciso traer para residenciar aquí al Viejo Impenitente, al llamado por sí prócer del 46, al enemigo de Bolívar porque lo proscribió y del pueblo, porque lo engañó, al falso Profeta,  Practicón político; a Petrus in cunctis et Paulis in nihil, al Evangelista sin fe, al sabio sin ciencia, a la máquina de palabras vacías y siempre las mismas, al diccionario sin definiciones”.
            A pesar de su pobreza nunca se amilanó, fue un hombre modesto, sabio y vertical.  El escritor José Manuel Castañón dijo de él en 1969 que “Cecilio Acosta estaba tocado de la gracia de los elegidos.  De los que el destino marca con fuego:  sin lastre de convencionalismo alguno, para comprender y amar todo cuanto dictaba su conciencia en el siglo de las ideas el vilipendiado siglo XIX del cual aún vivimos para recoger la cosecha”.


Los esclavos y su libertad


            El 9 de julio de 1816 Bolívar publicó un decreto en Ocumare de la Costa ofreciendo la libertad de los esclavos que abrazaran las armas de la República.
            El decreto decía así:  “Considerando que la justicia, la política y la patria reclaman imperiosamente los derechos imprescindibles de la naturaleza, he venido a decretar, como decreto, la libertad absoluta de los esclavos que han gemido bajo el yugo español en los tres siglos pasados.  Considerando que la República necesita de los servicios de todos sus hijos, tenemos que imponer  a los nuevos ciudadanos las condiciones siguientes:
            “Artículo primero:  Todo hombre robusto desde la edad de catorce años, se presentará en la parroquia de su Distrito a alistarse en las banderas de Venezuela, veinticuatro horas después de publicado el presente decreto”.
            “Articulo cuarto:  los parientes de los militares empleados en el ejército libertador gozarán de los derechos de ciudadanos y de la libertad absoluta que les concede este decreto de la República de Venezuela”.
La disposición surtió sus efectos en las regiones cacaoteras de Río Caribe, Carúpano y Cariaco, de numerosa población esclava.

Bolívar llegó a Ocumare de la Costa inmediatamente después de su expedición de Los Cayos que le permitió iniciar el tercer período de la República y terminar para siempre con el dominio español.  Para esta expedición el Libertador contó con la ayuda del General Alejandro Petión, Presidente de Haití, y del Almirante Luis Brión.  El año 1816 fue de gran porvenir para los patriotas pues regresaron al país numerosos oficiales que se había refugiado en las Antillas.  Se fortaleció la unidad patriótica, se integraron las guerrillas diseminadas y aisladas después del fracaso republicano en 1814 y se ganaron batallas que pusieron en manos patriotas todo el Oriente y región de Guayana.  En su mensaje al Congreso de Angostura, Bolívar volverá a insistir sobre la libertad absoluta de los esclavos.

Diario “El Luchador”




            El 10 de julio de 1905, don Agustín Suegart fundó el diario “El Luchador”, decano de los diarios de la provincia venezolana hasta 1984 que se extinguió.
            Era editado en los talleres de “La Empresa” establecidos por el propio Suegart, en 1893 con imprenta al vapor y linotipos que introdujo luego en 1911.
            El Luchador fue una prolongación de “El Anunciador”, de vida efímera, cerrado por el gobierno autoritario de Cipriano Castro, a quien no le agradaron algunas de sus crónicas.
            Después, por la vía influyente de familiares y amigos allegados al mandatario, se logró que el diario reapareciera, pero con otro nombre.  Fue entonces cuando el Anunciador pasó a ser El Luchador que circuló de tarde por más de sesenta años.  Era un periódico standard de cuatro páginas que andaba por todas las embajadas del mundo y circulando más por suscripciones que por pregón.  Por largo tiempo en Ciudad Bolívar y el resto de la Guayana no hubo más periódico que “El Luchador” y sus ediciones guardan la más variada y compleja historia de la Guayana del siglo veinte.
            “El Luchador” de Agustín, Edmundo y Jorge Suegart era de perfil conservador, un vespertino que aceptaba toda clase de colaboración, excepto las que de algún modo fuesen ofensivas o lesionasen los intereses de la religión, los del gobierno de turno o de algún sector o individualidad influyentes de la región.  Por eso no estuvo, como otras publicaciones, sometido a las vicisitudes políticas de la época.  Sus titulares nunca fueron abultados, agresivos o sensacionales y carecía del atractivo dinámico de la prensa moderna.  Buena parte de sus espacios estaban cubiertos con “refritos” y reproducción de informaciones y artículos de la prensa nacional.  Pero a partir del 15 de febrero de 1969.  “El Luchador” rompió con su estilo anterior y fue transformado en un tabloide matutino para competir con “El Bolivarense” que había aparecido como diario el primero de diciembre de 1957.
            “El Luchador” circuló regularmente hasta 1984 que fue objeto de embargo cuando, por supuesto, ya no pertenecía a sus fundadores porque, después del fallecimiento de don Jorge Suegart, surgieron problemas familiares que terminaron con la venta de la editora “La Empresa”.en 1976 al empresario Ramón Castro Mata, quien luego lo traspasó en venta al Grupo Barranco de Barquisimeto.  Luego de un embargo que interrumpió la circulación del periódico durante 21 años, su nombre fue rescatado.
 El 16 de noviembre de 2005 apareció nuevamente en manos de Simeón García en calidad de Presidente y el Licenciado Víctor Casado como editor-director con el siguiente editorial “Reapaeemos.  De lo que se trata ahora es de retomar la lucha con nuevos bríos y esperanzas.  Esta vez el proyecto se ha ensamblado de tal forma que es para siempre…”

              Actualmente el tabloide matutino, por efectos de una transacción, está en manos de un grupo de accionistas que tuvo al economista Braulio Merino como Director y actualmente al ingeniero Francisco Rosales. 

          

viernes, 28 de junio de 2013

La Convención de Ocaña


            El 11 de julio de 1828, la pugna entre los partidarios de Bolívar y Santander hizo que fracasara la Convención de Ocaña que había sido convocada para elaborar una nueva constitución.
            Después de sellada la independencia americana con la derrota del último bastión realista en el Sur, el Libertador comenzó a temer por su obra debido a las confrontaciones internas y al exacerbado individualismo de algunos caudillos.  Esta realidad la traducía en un forcejeo por la separación de los territorios integrantes de la Gran Colombia.  El primer intento separatista surgió del gobierno venezolano presidido por el general José Antonio Páez.
            El Libertador,  quien se hallaba en el Perú disfrutando de las manifestaciones de gratitud de aquel pueblo, se vio obligado a viajar pronto a Caracas para convencer a Páez de que sus propósitos separatistas a nada bueno conducirían.  Igual misión en aras de la integridad colombina cumple después en Bogotá, cuando el General Santander y los neogranadinos descontentos se declararon en contra del gobierno centralista.
            Su llegada a Bogotá el 10 de septiembre de 1827 apaciguó los ánimos y restableció la confianza en su autoridad.  Asumió la presidencia por mandato del Congreso y estuvo de acuerdo con éste para la celebración de una Convención Nacional en la ciudad de Ocaña a fin de discutir la reforma de la Carta Fundamental.

La Convención de Ocaña se reunió el 9 de abril con la participación de 64 diputados, divididos en dos bandos.  De una parte los partidarios del Libertador que abogaban por una República centralista y, los santanderistas partidarios a toda costa de un sistema  federalista.  La imposibilidad de un acuerdo conciliatorio entre ambos bandos, condujo al fracaso rotundo de la Convención y por ende a la implantación de la dictadura por parte del Libertador. 

Brión llega a Angostura


            El 12 de julio de 1818, día domingo, el Almirante Luis Brión se adelantó a su escuadra en una embarcación pequeña tras penetrar por las Bocas del Orinoco y llegó a la Ciudad de Angostura cuyos habitantes y oficialidad del gobierno lo recibieron jubilosamente.
            Junto con Brión llegó Juan Bautista Irvine, Agente de los Estados Unidos de Norteamérica, quien venía a enterarse del estado de la guerra de independencia y ofrecer sus buenos oficios por la causa de Bolívar.
            El “Correo del Orinoco”, en su edición 4 del 18 de julio da cuenta de la “increíble satisfacción que ha causado la llegada de este ilustre defensor de nuestra independencia, después de haber desempeñado de un modo digno de él una comisión difícil, en que iba la salud de la patria”.
            A bordo de la escuadra de Brión también llegaban a la Angostura del Orinoco recién tomada por los patriotas, ocho mil fusiles, quinientos quintales de pólvora y el doble de plomo, un tren completo de artillería, máquinas, instrumentos, hábiles artistas y cuanto era preciso para la guerra.
            Así mismo llegaba junto con el Almirante la Brigada de Artillería y la mayor parte de las tropas inglesas.
            Al día siguiente de la llegada de Brión, el Libertador escribe desde Angostura al General Juan Bautista Arismendi anunciándole la llegada de las armas y municiones para armar  las divisiones y obrar activa y ofensivamente contra los realistas que habían quedado reducidos a las alturas y las costas dejando libre los llanos.   Bolívar en su carta advierte a Arismendi de la posible llegada a la Isla de una fuerte expedición española, de la cual debe cuidarse tomando todas las providencias del caso y si es necesario evacuarla completamente.

ç

La rebelión de Valencia

El 13 de julio de 1811 el Congreso de la República dio facultades extraordinarias al ejecutivo para reprimir la rebelión que había estallado en Venezuela.
                Declarada la independencia absoluta de Venezuela el 5 de julio de 1811, los realistas organizados y diseminados a lo largo y ancho del territorio, reaccionaron ante la nueva realidad política que los despojaba de sus privilegios y dominios.
                Los primeros en sublevarse fueron los canarios organizados en Caracas, pero fracasaron al instante y dieciséis de ellos condenados a muerte.  Una semana más tarde estalló otro movimiento en Valencia contra la naciente república.  El Congreso Nacional, ante la gravedad del hecho, autorizó al Triunvirato integrado por Cristóbal Mendoza, Juan Escalona y Baltazar Padrón, para reprimir la rebelión haciendo uso de las facultades extraordinarias concedídales.

                La rebelión de Valencia había sido instigada por agentes de Cortaberría y contra ella salieron el mismo 13 de julio de 1811 tropas del Marqués del Toro y su hermano el general Fernando Toro.  La oposición de los realistas valencianos fue dura y firme y nada por someterlos, pudieron hacer los patriotas.  Francisco de Miranda tuvo que sustituir al Marqués del Toro en el mando de las tropas y logró apoderarse de la ciudad luego de cruentos combates en los que perdió alrededor de 300 hombres y tuvo 1500 heridos.  No obstante, el sabor de la victoria resultó efímero, pues, más tarde, Valencia caerá nuevamente en poder realista cuando Domingo Monteverde desde Coro emprende su campaña y se apodera de Carora, Barquisimeto y San Carlos, aprovechándose de la consternación y estado de confusión causados por el terremoto del 26 de marzo de 1812.  Comenzaba a languidecer la Primera República.

miércoles, 26 de junio de 2013

Muerte de Miranda

            El 14 de julio de 1816, aniversario de la Revolución Francesa, con la cual tuvo  que ver en su agitada y aventurada vida, murió Francisco de Miranda.
            Ese día, en el presidio de las Cuatro Torres de la Carraca, a la una y cinco de la madrugada, el cuerpo del prócer de la independencia americana, quedó como llama extinguida por el soplo de la muerte.  Murió a la edad de 60 años, aquejado por enfermedades propias del medio y después de haber luchado contra la adversidad aliada de los muros que lo vencieron a la sombra tortuosa del calabozo y el grillo.
            Fue Miranda un venezolano nacido en Caracas, que le prestó invalorables servicios a la Revolución Francesa y que alentado por los principios de aquella rebelión contra la Bastilla, símbolo de la tiranía real, juró como también lo hiciera Bolívar en el Monte Sacro, libertar a su patria del dominio español.
            Varias expediciones libertarias se estrellaron contra la adversidad hasta que el 19 de Abril de 1810 el pueblo de Caracas aprovechó la coyuntura de la invasión napoleónica a España para plantear su libertad.  El suceso cívico del Cabildo caraqueño que acaba con la autoridad del Rey, tuvo su justa clarificación en el Congreso del 5 de julio de 1811.  Allí estaba y de allí salió Francisco de Miranda como jefe del ejército patriota en organización, para combatir a los realistas  que resistían a favor de  los dominios del Rey.  Mas, no todo salió como quería, pues desde Coro, por donde alguna vez pretendió invadir el Precursor, reaccionó impetuoso Domingo  Monteverde.  La traición de Vinoni y el terremoto de Caracas se confabularon contra los ideales republicanos obligando a Miranda a una capitulación que le costó el destierro, la cárcel y la muerte.  De prisión en prisión llegó a acabar con sus huesos en las bóvedas de las torres gaditanas, de donde lo sacó en su lienzo perdurable el gran pintor Tito Salas.


Abolida la inquisición


            El 15 de julio de 1834 quedó definitivamente abolida la Inquisición en  España y la cual había sido impuesta en Venezuela y América durante la colonia.  La abolición la decretó la reina María Cristina de Borbón, cuarta mujer de Fernando VII.
            La inquisición era un Tribunal eclesiástico establecido para reprimir los casos de herejía, es decir, los delitos que atentaban contra la unidad de la fe cristiana.
            Específicamente, el Tribunal de la Inquisición se ocupaba de averiguar sobre las creencias personales partiendo de simples sospechas o denuncias y, por las que el acusado no tenía derecho alguno a defensa.
            Para obligarlo a confesar, los inquisidores de la fe podían someterlo a insoportables tormentos que variaban desde el ayuno absoluto por varios días hasta el aplastamiento de los dedos en un torno y la ingestión de agua en grandes cantidades.  Los que se confesaban herejes eran condenados a prisión perpetua, o temporal si se arrepentían y los reincidentes  quemados vivos en la hoguera.
            La inquisición que también existió en Francia, Italia y Alemania, llegó a España desde Francia en tiempos de Jaime Primero y se extendió a sus dominios coloniales de América.
            Uno de los casos de inquisición habidos en Venezuela ocurrió en junio de 1658 contra el padre Juan Rivas, cura de Margarita.  Contra el sacerdote hubo la denuncia de haber aceptado la invitación del capitán de un barco inglés para celebrar la pascua ocho días después de la nuestra.  El padre fue procesado pero absuelto más tarde en Cartagena al probar su inocencia.

            A partir de 1834, año en que España declara la abolición de la inquisición, se inicia el debilitamiento de esta condenable práctica medieval hasta quedar radicalmente modificada en lo que hoy se conoce como “El Santo Oficio”, congregación de la curia romana cuyo objeto consiste en combatir la literatura perniciosa que atenta contra la moral y dogma de la iglesia.

La fuga de Villaret


            El 16 de julio de 1816, Bolívar da alcance al francés Villaret que se había huido de Ocumare con dos embarcaciones y el parque de la expedición.
            Este episodio un tanto fatalista, si se quiere, nos lleva no sé por qué razón a conectarlo con Miranda.  Acaso porque la muerte de Miranda que Bolívar no podía saber por razones de distancia, la comunicaba oficialmente ese día, 16 de julio de 1816, el Capitán General de Cádiz a las autoridades de Madrid.
            La muerte de Miranda en las torres gaditanas ocurre precisamente en la fecha aniversario de la Revolución Francesa en la cual él participó activamente con acierto y éxito tales que su nombre se eterniza en el arco de triunfo de Francia.

            Recuérdese que la primera tentativa de independencia de Miranda fue por Ocumare de la Costa en 1806 cuando los realistas lo pusieron en fuga después de apresarle dos embarcaciones y el parque.  Diez años después, cuando ocurre la muerte de Miranda en la propia prisión a donde fue conducido a raíz de la pérdida de la Primera República,  Bolívar se hallaba también expedicionando por Ocumare de la Costa y ocurrió un episodio similar, pero en sentido inverso.  En vez de los realistas perseguir a Bolívar, es Bolívar quién persigue a uno de los suyos, al francés Villaret, mayor general, quien ante una alarma que resultó falsa, dada por su edecán Alzuru, emprendió la huida.  Bolívar al fin le dará alcance y recuperará, con  auxilio del Almirante Brión, las dos embarcaciones y el parque.  Algo semejante se le presentó a Bolívar con  José Bianchi cuando  este comandante de la armada, presintiendo el desastre de la Primera República, levó anclas en Cumaná y se fugó con el parque y  tesoro de la Catedral de Caracas.

martes, 25 de junio de 2013

Diario “La Religión”

Monseñor Pellín dirigió el diario durante 38 años.

            El 17 de julio de 1890, en una vieja casona entre las esquinas de Pedrera y Muñoz de Caracas, se publicó el primer número del diario “La Religión”, decano de la prensa nacional.
            El periódico fue fundado como una compañía anónima el 20 de marzo de 1890, integrada por accionistas mayoritariamente clérigos así como personas de la sociedad caraqueña e instituciones de la Iglesia Católica.
            La finalidad de la publicación era y ha sido siempre la de defender las necesidades y leyes de la religión católica y prestar a la vez un servicio social informando no solamente sobre la actividad eclesiástica sino también sobre la actualidad nacional e internacional.
            El primer número de “La Religión” apareció sin numeración a cuatro páginas con cuatro columnas cada una.  El nombre del periódico aparecía sobre un dibujo a pluma de la Basílica de San Pedro en Roma con el siguiente lema “Diario católico, bajo el patrocinio del sacratísimo Corazón de Jesús”.
            Figuraban, como presidente de la compañía editora, el doctor Adolfo Fridesberg y como Director del periódico el presbítero Juan Ramón Bautista.Castro.  Trabajaban además en la redacción los sacerdotes Nicanor Rivero, Antonio Ramón Silva y Miguel Antonio Espinoza.
            Monseñor Juan Bautista Castro dirigió “La Religión” hasta 1903, cuando fue designado Arzobispo de Caracas.  Lo sucedió el presbítero doctor Nicolás Eugenio Navarro.  Desde entonces hasta 1930 pasan por “La Religión” doce directores.  En 1930 asume la dirección monseñor José María Pellín, quien le imprime modificaciones y nuevos impulsos al periódico.  La vieja prensa plana es cambiada por una Dúplex y convierten al diario vespertino en matutino.  Esto ocurre en 1940.  Monseñor Pellín se mantuvo al timón del gran diario de los católicos durante 38 años, tiempo durante el cual le tocó sortear las más duras dificultades. Fue sustituido por Monseñor Juan Francisco Hernández Por razones económicas  “La Religión”, cambió su formato de standard a tabloide, pero impreso en otro sistema, más contemporáneo o distinto al tradicional.  Sus ediciones de pocas páginas alcanzan una circulación aproximada de 52 mil ejemplares en todo el país.


Rendición de Angostura


File:Jose Francisco Bermudez.JPGJosé Francisco Bermúdez
            El 18 de julio de 1817, los sostenedores de Angostura se rindieron al ejército patriota y el general José Francisco Bermúdez pasó a tomar posesión de la ciudad luego de haber sido abandonada por el Brigadier Miguel de La Torre y los restos de su ejército.
            La Torre antes de rendirse se dirigió a los habitantes de la ciudad en estos términos:  “Señores:  en circunstancias como éstas, conviene oír el consejo de todos los leales defensores de Guayana.  Con hombres como vosotros, si tuviéramos que comer, sostendríamos esta ciudad por España durante diez años contra todo el poder de los rebeldes del Continente.  Pero contra un hambre de cuatro meses no hay héroes.  Señores:  Guayana ha hecho todo cuanto cabe dentro del poder humano por mantener en sus torres el pabellón español, a cuya sombra nació y fue feliz.  No hay posibilidad de prolongar más la lucha con hombres que caen muertos de extenuación al lado de nuestros cañones.  El problema  que hay que resolver ahora es abandonar la plaza sin caer en las garras del enemigo”.

            Durante la campaña de Guayana el ejército libertador no le fue posible tomar su capital Angostura a sangre y fuego como varias veces lo intentó.  La ciudad era prácticamente inexpugnable, la rendición fue posible mediante el sitio de cuatro meses.  Cerradas todas las vías de comunicación  fue imposible a sus habitantes abastecerse para subsistir y sostener la defensa.  Se rindieron por hambre.  En la ciudad no quedó burro, mulo, gato ni rata que los habitantes no se comieran.  Hasta el corcel del Brigadier hubo que sacrificar y los cueros que había en los almacenes fueron guisados como mondongos.  Los auxilios prometidos por Morillo para defender la ciudad nunca llegaron y del 16 al 17 se procedió a la retirada a bordo de las corbetas, bergantines y goletas fondeadas en el puerto.  Al día siguiente Guayana era libre y sería desde entonces libre para afincar la libertad del continente.

Manumisión de los esclavos


            El 19 de julio de 1821 fue aprobado el proyecto de ley de manumisión de los esclavos presentando en el Congreso de Cúcuta por su presidente doctor José Félix Restrepo  luego de haber sido discutido en varias sesiones.
            La dicha ley que fue promulgada en la edición 116 del “Correo del Orinoco” del 13 de octubre de 1821, consideraba libres los hijos de las esclavas que nacieran desde el día de la publicación de la ley en las capitales de provincia.
Establecía la obligación para los dueños de esclavas, de educar, vestir y alimentar a los hijos de éstas, pero los hijos, en recompensa debían indemnizar a los amos de sus madres los gastos de su crianza con obras y servicios hasta la edad de 18 años.
Pero preveía la ley que si antes de cumplir esa edad, quisieran los padres, los parientes y otros extraños sacar al niño o joven de esclava del poder del amo de su madre, pagarían lo concerniente.
Prohibía la venta de esclavos fuera de su jurisdicción así como la introducción de esclavos al país de la manera que fuese.
Se estableció un fondo para la manumisión consistente en el gravamen de un 3 por ciento al quinto de los bienes de los que morían dejando descendientes legítimos de un 3 por ciento del total de los bienes de aquellos que morían dejando herederos colaterales y un 10 por ciento del total de los bienes de los que morían dejando herederos extraños.
Estos fondos los colectaba una junta llamada de manumisión compuesta del primer juez del lugar, del cura, dos vecinos y un tesorero nombrado por el gobernador del cantón.  Cada año y durante los días 25, 26 y 27 de diciembre la dicha junta libertaba los esclavos que podía de acuerdo con sus fondos.


lunes, 24 de junio de 2013

Independencia de Colombia



            El 20 de julio de 1810 una junta rebelde depone al Virrey de la Nueva Granada, Antonio Amar y Borbón y se apodera del gobierno de Bogotá en nombre de Fernando VII, entonces prisionero de Napoleón en Bayona.
            Este hecho marca en la historia el comienzo de la Independencia de Colombia llevada luego con fortuna hasta 1815 cuando destronado Napoleón, España envió a Morillo al frente de 10 mil veteranos de guerra, con los cuales, y después de sangrienta lucha tomó las ciudades de Cartagena y Bogotá.
            El 7 de agosto de 1819, las tropas libertadoras comandadas por Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Antonio José de Sucre, atraviesan la formidable barrera de   Los Andes bajo la lluvia constante.  En la penosa travesía se pierden 1800 hombres, el ganado del ejército gran cantidad de parque.  Logran, no obstante, reorganizarse en los primeros pueblos granadinos y derrotar al ejército realista jefaturado por el brigadier José Barreiro, cerca del puente Boyacá.
            El virrey Sámano y los miembros de gobierno emprendieron la fuga de Bogotá adonde entraron triunfantes los libertadores el 9 de agosto.

            La primera revuelta, precursora de la Independencia de Colombia, llamada de los Comuneros, fue encabezada por José Antonio Galán y Juan Francisco de Berbeo en 1781 en el pueblo del Socorro y rápidamente ahogada en sangre  por el gobierno español.  Trece años después surgió la egregia figura de Antonio Nariño con su famosa traducción de la Declaración de los Derechos del hombre, la cual imprimió en una pequeña imprenta de su propiedad y repartió clandestinamente para propagar los principios de libertad y la idea de la independencia sellada después por Bolívar en la Batalla de Boyacá.

La Revolución Libertadora

Caudillos de la Revolución Libertadora encabezada por Manuel Antonio Matos y Nicolás Rolando.

            El 21 de julio de 1903, con la Batalla de Ciudad Bolívar, quedó definitivamente liquidada la Revolución Libertadora alimentada por la ambición caudillesca que creció  y se hizo fuerte al calor de los intereses foráneos que explotaban los yacimientos de asfalto en la región de Guanoco.
            La Revolución Libertadora, comandada por los generales Manuel Antonio Matos y Nicolás Rolando, estaba dirigida contra la autocracia del general Cipriano Castro, nacionalista por instinto y principal piedra de tranca contra pretensiones monopolistas de la “Bermúdez Company”.
            Comenzó en diciembre de 1901 con el alzamiento del Presidente del Estado Aragua, general Luciano Mendoza y duró dos años siete meses, tiempo durante el cual sangró la República no solo como consecuencia de esa lucha interna, sino a causa del cañoneo de los barcos de las naciones extranjeras confabuladas en virtud de la crisis interna para obligar al gobierno de Cipriano Castro a pagar sus deudas.

            Y así como fracasó la intervención extranjera gracias a la invocación de la unidad panamericana, fracasó también a la larga una revolución más que ya presentaba visos de igualarse a la Guerra Federal.  La Revolución libertadora libró frente a las fuerzas del gobierno ciprianista comandadas por Gómez, duras y numerosas batallas que le hicieron fuerte en el centro y el Oriente, pero llegó un momento en que la unidad de las fuerzas revolucionarias se debilitó y esto, unido a errores tácticos, falta de decisión en algunos momentos críticos y finalmente el alejamiento del General Matos, la llevó al fracaso.  Los días 19, 20 y 21 se dio en Ciudad Bolívar la última batalla que inauguró para el país una era de paz dictatorial.

Juan Pablo Rojas Paúl


            El 22 de julio de 1905 murió en Caracas, a la edad de 79 años el doctor Juan Pablo Rojas Paúl, ex presidente de Venezuela y fundador de la Academia Nacional de la Historia.
            En la misma Caracas donde falleció había nacido el 26 de noviembre de 1826. Su vida de político la inició en 1855 en el Gobierno de Monagas como Ministro de Relaciones Interiores.  Fue gobernador de la Provincia de Caracas en 1865 y ejerció la docencia en la Universidad Central y Colegios de Caracas.
            En tiempos de Guzmán Blanco ejerció la diputación por Caracas y se desempeñó con acierto en varios Ministerios, incluyendo el de la Alta Corte Federal.
            Sucedió a Guzmán Blanco en la Presidencia de la República el 5 de julio de 1888 y gobernó apenas dos años pues el período constitucional fue reducido a un bienio.  Toleró a quienes criticaron la política de Guzmán Blanco y derribaron sus estatuas.  Durante su gestión hizo construir en Caracas el Hospital Vargas, la iglesia de San José, el monumento de Ricaute y Girardot.  Decoró el Salón Elíptico del Palacio Federal.  Fundó la Academia Nacional de la Historia el 8 de noviembre de 1889.  En Cumaná ordenó la construcción de la Plaza y Parque Ayacucho, así como la estatua ecuestre del Gran Mariscal Antonio José de Sucre.  Trajo al país para la educación de las niñas, las hermanas de San José de Tarbes, decretó e hizo construir el acueducto de Barquisimeto.  Joaquín Crespo le hizo la guerra a su gobierno, pero Rojas Paúl no le guardó rencor.  Cuando estuvo preso a raíz de su levantamiento, lo visitó en la cárcel y al poco tiempo le dio la libertad.  Su gobierno, el que terminó en marzo de 1890, fue civilista y progresista.  Muchas veces ha sido comparado con el del doctor José María Vargas.



El padre de Sucre


            El 23 de julio de 1761 nació en Cumaná don Vicente de Sucre y Urbaneja, padre del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.
            Vicente de Sucre y Urbaneja, contrajo matrimonio con doña María Manuela de Alcalá y sirvió como comandante de los nobles Húsares de Fernando VII.  Su padre fue Coronel de Infantería y su abuelo Gobernador y Capitán General de la provincia de Nueva Andalucía.
            Su esposa murió en 1802 cuando Antonio José de Sucre, que era su séptimo hijo, tenía siete años.  Al año siguiente se casó con Narcisa Márquez de Alcalá, prima de su primera esposa.  Debido a estas circunstancias, el niño Sucre se fue a vivir con su tío José Manuel de Sucre, mientras continuaba sus estudios.  En su primer matrimonio, don Vicente de Sucre y Urbaneja tuvo, además de Antonio José de Sucre a otros 6 hijos:  José María, José Gerónimo, José Vicente, Pedro José, María Josefa y Aguasanta.
            Los padres del Mariscal de Ayacucho eran descendientes de conquistadores y familia muy distinguida de la época.  De acuerdo con investigaciones acerca de los conquistadores y fundadores de  Caracas y siguiendo la descendencia del Capitán Francisco Infante, el historiador Luis Alberto Sucre pudo comprobar con documentos auténticos la unión genealógica de Sucre y Bolívar.
            El Libertador Simón Bolívar desciende del tronco conformado por el matrimonio Francisco Infante (el mozo) y Francisca de Ponte y Paz, mientras que el Mariscal Sucre desciende de ese otro tronco conformado por Francisca de Rojas, hermana de Francisco Infante (padre del mozo) en matrimonio con Andrés Vásquez Bocanegra.
            Bolívar era doce años mayor que Sucre y cuando se conocieron por primera vez (1813) en La Victoria ninguno de los dos sabía nada de su parentesco.  Tenía Sucre entonces 20 años y peleaba al lado del General Santiago Mariño, Libertador de Oriente.

            Bolívar y Sucre se hacen grandes amigos y guerreros al calor de los sucesos de la Tercera República que se inician con la toma de Guayana en 1817.  A Angostura a asumir el comando del Bajo Orinoco por orden del Libertador había llegado Sucre después de alcanzar a nado la costa de  Venezuela tras naufragar la piragua que lo traía desde Trinidad.  Todos los ocupantes de la pequeña embarcación perecieron ahogados, menos el joven José Antonio, quien logró asirse a un baúl hasta  alcanzar la costa de Güiria todo desfallecido y hambriento.

Natalicio del Libertador


  
         El 24 de julio de 1783 nació en la apacible Caracas de la colonia, frente a la venerable plaza de San Jacinto, don Simón Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, a quien la humanidad conoció después a través de sus luchas y proezas, simplemente, como Simón Bolívar.  Fue el último  vástago del coronel Juan Vicente Bolívar y Ponce (56 años) y María Concepción Palacios y Blanco (21 años).  Juan Vicente Bolívar nació en los Valles de Aragua el 15 de Octubre de1726 y se casó con doña María, primero de diciembre de 1773, murió el 19 de enero de 1786 cuando Bolívar tenía apenas tres años.  En cuanto a doña María  Concepción Palacios y Blanco, nació en Caracas el 9 de diciembre de 1758.  Se casó a la  edad de 15 años y murió el 6 de julio de 1792, cuando el Libertador tenía 9 años.  Bolívar, tuvo cuatro hermanos:  Juan Vicente, María del Carmen, doña María Antonia, la mayor, y doña Juana María, la menor.
            De manera que Simón Bolívar quedó huérfano de padre y madre, a los nueve años y a esa de edad fue confiado a su tío paterno don Feliciano Palacios y Blanco (Tío Chano) y a los clérigos capuchinos, depositarios de la cultura de aquel tiempo. 
            A los diez años, Simón Bolívar aprendió de los capuchinos, Matemática y Botánica. Lo obligaban a ir a misa diariamente, besarle la mano al Obispo y lo preservaban de las “peligrosas” ideas modernas que ya tomaban calor en el ambiente caraqueño.  Asimismo lo enseñaban a venerar en el Capitán General al Monarca lejano que, investido por Dios, gobernaba más allá de los mares.  Luego su tío paterno desistió de la educación clerical y Bolívar tuvo maestros más adecuados a su temperamento:  Pelgrón, José Sanz, Andrés Bello y Simón Rodríguez.  Este último influyó poderosamente en su destino.  Llegó a ser su preceptor más querido y de él aprendió a odiar la esclavitud y la injusticia y por él se declaró absolutamente Republicano.
            Bolívar progresó rápidamente en sus estudios docentes y militares y casi niño recibió del Rey el grado de Subteniente del Batallón del Valle de Aragua y decidió viajar a España para completar su formación.  A la luz de la realidad monárquica y de la forma como la península manejaba sus intereses coloniales de ultramar, se arraigó más en él la idea republicana que le insufló su Preceptor.  El 26 de mayo de 1802 se casó en Madrid con María Teresa del Toro (21 años) y emprendió con ella su viaje de regreso a Venezuela.  Un año después muere su esposa víctima de una epidemia.  Vuelve a Europa para seguir estudiando y frecuentar los grandes salones.  Allá se encontró con don Simón Rodríguez, recorrieron juntos el viejo continente y en el Monte Aventino juró consagrar su vida y su fortuna en la independencia de América. (AF)



domingo, 23 de junio de 2013

Fundación de Caracas


            El 25 de julio de 1567, don Diego de Losada, fundó a Santiago de León de Caracas, en el Valle donde el mestizo Francisco Fajardo había establecido el Hato San Francisco.
            Fajardo, guaiquerí margariteño, hijo de una de las mujeres más valientes de la conquista, figura como uno de los primeros pobladores de la gran ciudad.  Ayudado por el cacique Guaicamacuare de Caruao, entró en tierra de los indios Caracas, gracias a los vínculos que con muchas tribus tenía su madre, y fundó el Hato San Francisco, ocupado más tarde por Juan Rodríguez Suárez, fundador de Mérida, quien expedicionó para explotar las minas de oro de Los Teques.  Mas, Guaicaipuro, valiente cacique de estas tierras, disparó sus flechas contra el conquistador y lo aniquiló, tanto  a él como a su gente, durante una emboscada nocturna.
            Tras varias escaramuzas sostenidas por los españoles contra los primitivos pobladores del Valle de Caracas, el Gobernador Ponce de León encomendó al Capitán Diego de Losada, a principios de 1567, la difícil tarea de conquistar el hermoso valle defendido por multitud de tribus.  Diego de Losada  la cumplió no obstante la aguerrida oposición de Guaicaipuro a la cabeza de los tarmas, mariches y teques.
            En 1576 llegó de Europa al puerto de Caraballeda don Juan de Pimentel con el cargo de gobernador de la provincia.  Subió a Caracas, y atraído por el clima, la fertilidad del terreno y otras excelencias del valle, fijó su residencia en esta ciudad que desde entonces vino a ser la Capital de la Provincia, en lugar de Coro.
            Hasta 1777, Caracas tuvo 56 gobernadores y capitanes generales, de los cuales sobresalieron Pedro Ponce de León, Juan Pimentel, quién en 1778, trasladó de Coro para Caracas la Capital de Venezuela; Diego de Osorio, Don Gabriel de Zuloaga, quien rechazó una escuadra inglesa de 17 buques de vela que atacó La Guaira y Puerto Cabello, y don José Solano, quien dio el mayor impulso económico y social a la provincia.
            A 997 metros sobre el nivel del mar y entre las márgenes del río Guaire, Caracas ha continuado siendo desde su fundación el corazón vibrante de la Venezuela cultural y política.  Ha sido campo de las principales luchas y cuna de grandes hombres.



Bolívar y San Martín


            El 26 de julio de 1822, desde Quito, donde días antes había  promulgado la ley fundamental de Colombia, Bolívar llegó a Guayaquil para entrevistarse con el general José de San Martín, que a bordo de la fragata “Macedonia”, llegaba también desde El Perú, país que en parte había liberado y cuyo gobierno presidía, con el título de Protector.
            La entrevista o visita de San Martín a Guayaquil duró unas cuarenta horas y tuvo por objeto estrechar la amistad entre El Perú y Colombia y al mismo tiempo, procurar la ayuda colombiana para terminar de liberar al Perú. 
            Según carta de Bolívar a Santander, a propósito de esta entrevista, San Martín ofreció además de su amistad a Colombia, intervenir a favor del arreglo de límites, y no mezclarse en los negocios de Guayaquil.  Estuvo de acuerdo con una federación así como con guarniciones cambiadas en uno y otro estado.  Negó San Martín ante Bolívar estar aspirando al reinado del Perú, pero se manifestó contrario a la democracia.  Era más bien partidario de traer un Príncipe de Europa para que reinase en El Perú.  En cuanto a él se manifestó cansado del mando y de sufrir a sus enemigos.  Continúa diciendo Bolívar en su carta a Santander sobre la conferencia con San Martín que “no me ha dicho que trajese proyecto alguno, ni ha exigido nada de Colombia, pues las tropas que lleva estaban preparada para el caso.  Sólo se ha empeñado mucho en el negocio de canje de guarniciones; y por su parte, no hay género de amistad ni de oferta que no me haya hecho.  Su carácter me ha parecido muy militar y parece activo, pronto y no lerdo.  Tiene ideas correctas de las que a usted le gustan, pues no me parece bastante delicado en los géneros de sublime  que hay en las ideas y en las empresas.  Ultimamente, usted, conocerá su carácter por la memoria, que mando con el capitán Gómez, de nuestras conversaciones, aunque le falte la sal de la crítica que yo debería poner a cada una  de sus frases”.


Bolívar se siente calumniado

Leandro Palacios


            El 27 de julio de 1829 Bolívar escribe desde Guayaquil a su pariente y amigo Leandro Palacios, para referirse entre otras cosas a las cartas cruzadas entre Benjamín Constant y el abate de Pratt publicadas por “El Correo”.
            Constant, un distinguido hombre público de la época, critica duramente la dictadura de Bolívar en el sur y la califica de usurpador, pero en su defensa, estola en ristre, sale el abate Pratt.
            El Libertador pide a su pariente Leandro Palacios espere documentos de Montilla sobre los negocios del año a fin de que los extracte y los ponga en conocimiento del abate y del público.
            Molestan tanto a Bolívar las imputaciones de Costant que llega a declarar que “si mi honor no queda satisfecho de esta abominable imputación, abandona para siempre el mando y a la América entera, aunque los españoles vuelvan a ocuparla como alguien lo teme.  Yo he combatido por la libertad y por la gloria; por consiguiente, juzgárseme de tirano y con ignominia, es el complemento de la pena”.  Bolívar se manifiesta resuelto a todo si su gloria no es vindicada.
            En esa misma carta explica a Leandro Palacios que Guayaquil fue ocupada por un armisticio que había sido concluido para tratar la paz con el nuevo gobierno  del Perú.  

            Califica de abominable el gobierno de La Mar. “Lo hemos vencido y nos hemos conducido con grande generosidad; pero la perfidia y la torpeza es el patrimonio de los nuevos gobiernos.  Aquí no hay fe, ni sistema ni esperanza siquiera de mejor orden de cosas” expresa el Libertador y luego agrega:  “En Bogotá piensan que, con mudar la forma de gobierno, se hará mucho, pero yo tengo la tristeza de decir a usted que no espero nada de ninguna forma de sistema americano.  Esta América es una Nueva Guinea, y debía serlo por sus principios y elementos sociales.  Era una quimera figurarse otra cosa; más como el deseo realiza las quimeras, nos hemos engañado como niños”.

sábado, 22 de junio de 2013

La Isla de Coche

           
 El 28 de julio de 1526, conforme a Cédula despachada en Granada, España, el Rey manda a sus oidores en la audiencia de Indias en Santo Domingo, examinar la conveniencia de entregar la Isla de Coche, en calidad de encomienda, al marino y veedor de la Isla de Cubagua, Juan López de Archuleta, para que se establezca con su mujer y tenga en ella ganado, labranzas y otras granjerías.
            Por Real Cédula del 21 de junio de 1529, Hernando Carmona fue designado Alguacil mayor de la Isla.  Para la fecha se habían descubierto ricos ostrales perlíferos que atrajeron a casi todos los habitantes de Cubagua.  Desde entonces la isla fue adquiriendo relieve en la geografía económica de la provincia y estuvo durante mucho tiempo asediada por los filibusteros ingleses que la saquearon repetidas veces.  En 1811 los habitantes de la Isla de Coche estuvieron al lado de los patriotas y algunos de los buques hundidos en sus costas fueron buceados para aprovechar los cañones que Juan Bautista Arismendi y Francisco Esteban Gómez emplearon contra los españoles.
El historiador Francisco Javier Yánez habla del furor de los españoles contra la indefensa isla:  “Las goletas  “Gabazo”, “Pellejo” y la “Vengadora” mandadas por Samarro, no solo hostilizaban la isla y destruían el comercio de la Costa Firme, sino que quemaron las casas y chinchorros (de pesca) que habían en la Isla de Coche y derribaron los cocales de aquella isla.  En ella Morillo concentró en julio de 1817 todas sus tropas, corbetas, bergantines y flecheras antes de incursionar contra Margarita par ser derrotado en la Batalla de Matasiete.

            La Isla de San Pedro de Coche fue la capital del Territorio Federal Colón que comprendía todas las islas del Mar Caribe pertenecientes a Venezuela, con excepción de Margarita.  Dentro de ese status la gobernaron el Dr. Contreras Troconis, Manuel A. Medina y el general Arístides Fondeo.  Por decreto de Cipriano Castro  la Isla de Coche fue anexada en 1907 a la Isla d e Margarita Sección Oriental del Distrito Federal y finalmente junto con Cubagua y Margarita pasó a constituir el Estado Nueva Esparta.

Independencia del Perú

José de San Martín

            El 28 de julio de 1821 el general José de San Martín proclamó en la Plaza Mayor  la  Independencia  del  Perú,  consolidada  más tarde por Bolívar.  Mucho antes el inca Tupac – Amarú encendió la antorcha de la libertad y fue sacrificado por ello.  Otro tanto le acontece a José Gabriel Aguilar en Huanuco y García Pumacahos en Cuzco, hasta que un día los ejércitos patriotas de Bolívar y San Martín  se reunieron en Guayaquil y decidieron definitivamente la suerte del Perú y América.
            Perú era el último baluarte de los realistas y de donde podían emprender una reacción capaz de comprometer  la integridad de las naciones libertadas.  Por eso Bolívar se mostró interesado en penetrar con sus fuerzas al Perú, pese que una gran parte de ese territorio había sido independizado por José de San Martín.  El Protector del Perú, comprendiendo la incapacidad de su ejército para combatir al enemigo, se entrevistó con Bolívar en Guayaquil en procura de ayuda, mas sus seguidores se opusieron por razones de honor militar a la entrada del ejército.  San Martín sintiéndose impotente para seguir adelante, se fue a Europa y el gobierno sucesor tuvo que ser deshecho en las batallas de Toratá y Moquegua para que se pudiera aceptar la presencia de Bolívar.  El Diputado Olmedo en un discurso que es célebre, instó el Libertador de Colombia en estos términos:  “Todos los elementos de ataque y defensa acumulados en el Perú, sólo esperan una voz que los una, una mano que los dirija y un genio que los lleve a la victoria”.
            Bolívar, desde Guayaquil, entró a Lima en medio de las aclamaciones del pueblo  y tomó el mando supremo del ejército unido del Perú.  Luego de superar una crisis dentro del ejército peruano que puso su vida en peligro, el Libertador Simón Bolívar organizó  lo mejor que pudo su ejército en el Norte del Perú y abrió las hostilidades contra el general Canterac, a quien derrotó en la pampa de Junín en un combate silencioso de armas blancas que duró algo más de media hora.  Meses después Bolívar entregó el mando del ejército al general Sucre mientras pasaba a Lima a preparar nuevos contingentes.  El 9 de diciembre de 1824 Sucre salió hasta Cuzco al encuentro de los 12 mil soldados del Virrey La Serna y los derrotó en la Sabana de Ayacucho para asegurar así la independencia del Perú y América.



Las siete estrellas de la Bandera Nacional


El 29 de julio de 1863, por decreto del Presidente de la República, general Juan Crisóstomo Falcón, se estableció que la Bandera Nacional sería de tres franjas iguales (amarillo, azul y rojo) y que en la banda azul se incorporarían siete estrellas blancas de cinco puntas, formando seis una circunferencia, y la sétima en el centro de este círculo.
            Las siete estrellas a partir de 1817 cuando se implantaron en nuestro pabellón representaban a las provincias de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo que integraban la confederación americana.  Eran de color azul y figuraban en línea recta en el campo o banda amarilla.
            Al concluir la campaña de Guayana, el Libertador firma en Angostura el 20 de noviembre de 1817 un decreto por el cual dispone que a las siete estrellas se añada una como emblema de la provincia de Guayana. 
            Por decreto del Congreso de Cúcuta, desapareció esta bandera y se adoptó el pabellón proclamado en Venezuela en 1811 el escudo de la Nueva Granada.
            Después de la disolución de la Gran Colombia, el Congreso constituyente de Venezuela reunido en Valencia, decretó que el pabellón venezolano fuera el mismo de la Gran Colombia pero con las cornucopias del escudo de armas invertidas y sustitución de la inscripción “República de Colombia” por la de “República de Venezuela”.
            Las estrellas, pero ya no ocho, sino siete, vuelven al tricolor nacional con la Revolución Federal que emergió desde Coro y las cuales establece por decreto al Presidente Falcón, pero en forma de circunferencia en la banda azul.
            En 1905 el Presidente Cipriano Castro modifica el decreto de Falcón para eliminar la estrella solitaria en el centro del círculo y establece que las siete estrellas blancas formarán todas una circunferencia en la banda azul.  Pero en 1930 el Congreso Nacional derogó este decreto y estableció la bandera de nuestros días con siete estrellas blancas colocadas en arco de círculo con la convexidad hacia arriba.