jueves, 20 de junio de 2013

El poeta Francisco Lazo Martí

El 9 de agosto de 1909 murió en una vieja casa de Maiquetía el médico y poeta de la pampa venezolana, Francisco Lazo Martí.  Murió a la edad de 40 años.  Había nacido en Calabozo el 14 de marzo de 1869 y era hijo de Francisco Lazo y Margarita Martí.
            Lazo Martí, escritor modernista al igual que Pedro Emilio Coll, Manuel Díaz Rodríguez, Rufino Blanco Fombona y Luis Urbaneja Archephol, cantó al llano venezolano con su famosa “Silva Criolla”.  Escribió también “Crepusculares”, “Patria la mestiza”; “Celajes”, “Sabanerito” y “Consuelo”.
            Lisandro Alvarado quien desde los llanos de Obispo siguió la pista del poeta siendo Lazo Martí un soldado combatiente, dice de su mejor obra La Silva Criolla que es una de las poesías geniales de nuestra literatura nacional.
            “Su alma en ella está, y el alma criolla; y por solo esto es cosa que al punto su hermana con nuestra más sencilla concepción de la belleza.  Con el cielo turbio y atristado, con la calma creciente de la brisa, con la afanosa agitación de los habitantes de la selva, y la sabia previsión del experimentado vaquero, la pluma del poeta detuvo su tranquilo vuelo”.
            Según Salcedo Bastardo, caracterizaron a este insigne personaje “el don del canto, la combatividad por ideales de justicia, la permanente renuncia a objetivos utilitarios y su cordial solidaridad humana, virtudes preclaras a cuyo influjo se cumplió su breve existencia”.
            Cuando el poeta de los llanos murió frente al mar, otro poeta escribió en un diario de aquellos tiempos:  “Volarán de la playa del Caribe viajeras golondrinas a las pampas, y desde el ramaje de un árbol solitario, bajo el cielo muy azul, en las sabanas muy verdes, dirán la nueva, y el viento la repetirá; en las lenguas sonoras de las rocas dirán la tierra su dolor; y en los peñales del cauce del agua cantará su tristeza.  Esto si la golondrina no llega tarde, porque el alma del poeta, el abandonar la miseria de cuerpo, no iría a despedirse de los gamelotales, de las cañas, de las manadas... de todo cuanto amó tanto y con lo que vivió en íntima sensación...”

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