El 6 de agosto de 1825 las fuerzas patriotas hacen morder el polvo de la derrota a los
defensores del coloniaje comandados por el general Canterac, en la pampa de Junín, y dan lugar al nacimiento de una
nueva República: Bolivia.
Pero la independencia de este suelo arranca desde
Chuquisaca en 1809 con el derrocamiento del Presidente de la Real Audiencia ,
García Pizarro, y queda sellada en forma diáfana y definitiva dieciséis años
después con la batalla de Junín.
Bolivia hasta entonces se conocía con el nombre de “Alto
Perú”. Desde aquel memorable día hasta
ahora se han sucedido luchas internas y externas que han puesto en serios peligros a las instituciones
e integridad territorial.
Se recuerda la revolución de Santa Cruz contra la
presidencia vitalicia de Sucre así como la confederación Perú – Bolivia que
originó la guerra de Chile y Argentina contra estas dos naciones.
Bolivia perdió como resultado del conflicto todo su
litoral sobre el Pacífico y desde entonces, al igual que Paraguay, quedó
enclaustrada, sin salida al mar. En 1904
Bolivia tuvo que ceder al Brasil una inmensa porción territorial a cambio de
dos millones de esterlinas y una salida al Puerto de Madeira y el Amazonas a
través de un Ferrocarril.
Entre los años 1932 y 1935, Bolivia sostuvo guerra con
Paraguay por el territorio de Chaco que le retribuyó al sellarse la paz, su
acceso al río Paraguay y una cuarta parte del territorio discutido. Después de la guerra de Chaco se han
registrado varios gobiernos militares y movimientos revolucionarios como el de
Víctor Paz Estensoro, quién nacionalizó las minas de estaño de las grandes
empresas de Patiño, Armayo y Roschild.
La vida democrática de ese país creado por Simón Bolívar y que ha
adoptado el 6 de agosto como día de su
independencia, ha sido muy golpeada por una sucesión de asonadas
militares.
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