viernes, 21 de junio de 2013

Desembarco de Miranda en Coro


Réplica del Leander en el parque del este
            El 4 de agosto de 1806, Francisco de Miranda, en un segundo intento por liberar a Venezuela, desembarca con su ejército en la Vela de Coro.
            De él ya había dicho Napoleón:  “Este hombre lleva en el alma al fuego sagrado de la libertad”.  Una sentencia inequívoca del guerrero francés que supo apreciar la figuración del venezolano en la Revolución Francesa, donde obtuvo el grado de General.  Efectivamente, Miranda era un enardecido por la libertad, no tan sólo de su Patria y América sino de los países donde hubo de luchar por idéntica causa.
            Prendido de ese ideal, Miranda proyectó la emancipación de América comenzando por la de su patria Venezuela.  Con la ayuda de Inglaterra se traslada a Estados Unidos y desde allí organiza su primera tentativa de independencia, la cual fracasa al tratar de desembarcar sus tropas por Ocumare de la Costa y ser repelidas por los buques de guerras españolas que ya estaban prevenidos. 
A los cuatro meses, año de 1806, repite la tentativa con diez buques y un abigarrado ejército de 500 hombres y la probable ayuda de sus compatriotas de Tierra Firme.  El primero de agosto, durante la noche, llega a la Vela de Coro, pero a causa de la marejada violenta, solo desembarcaron sus tropas durante los días tres y cuatro cayendo sobre la resistencia española y silenciando sus baterías.  No obstante la bravura del mar que hizo tardía la operación, las tropas del Rey cedieron sus posiciones mientras los hombres de Miranda, vencedores, reemplazaron la bandera hispana por nuestra insignia  tricolor de hoy.  Los expedicionarios ascienden hasta Coro y poco después toman la ciudad.  Los habitantes huyen tras las fuerzas de España y cuando los patriotas entran, la ciudad está desierta.  Miranda hace un llamado a la ciudadanía para que se incorpore al movimiento libertador, pero son pocos los que corresponden al llamado patriótico.  Los esfuerzos se pierden entre la independencia y el miedo.  Coro no ofrece nada y esta segunda tentativa de independencia corre la misma suerte de la primera.  Pero deja el recuerdo perdurable de nuestra bandera tricolor: amarillo, azul y rojo flameado desde lo alto del fortín San Pablo, en la Vela de Coro.


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