viernes, 21 de junio de 2013

Un príncipe para Colombia


File:Heraldic Crown of the Prince of Asturias.svg
            El 5 de agosto de 1829 el Libertador escribe desde Guayaquil a su amigo el coronel Patricio Campbell, encargado de negocios de S.M.B. y le explica lo que piensa del proyecto de nombrar sucesor suyo en la presidencia de Colombia a un príncipe europeo.
            El Libertador dice al ministro inglés que la idea no lo toma de sorpresa “algo se me había comunicado con no poco misterio y algo de timidez, pues conocen mi  modo de pensar”.
            “No sé qué decir a usted – expresa Bolívar – sobre esta idea, que encierra en sí mil inconvenientes.  Usted debe conocer que, por mi parte, no habría ninguno, determinado como estoy a dejar el mando en este próximo congreso, mas, ¿quién podrá mitigar la ambición de nuestros jefes y el temor de la desigualdad en el bajo pueblo?  ¿No cree usted que la Inglaterra sentiría celos por la elección que se hiciera en un Borbón? ¿Cuánto no se opondrían todos los nuevos estados americanos, y los Estados Unidos que parece destinado por la Providencia para plagar a la América de miserias en nombre de la libertad? Me parece que ya veo una conjuración general contra esta pobre Colombia, ya demasiado envidiada de cuantas repúblicas tiene la América.  Todas las prensas se pondrían en movimiento llamando a una cruzada contra los cómplices  de traición a la libertad, de adictos a los Borbones y de violadores al sistema americano.  Por el sur encenderían los peruanos la llama de las discordias; por el istmo los de Guatemala y México, y por las Antillas los americanos y los liberales de todas partes.  No se quedaría Santo Domingo en inacción y llamaría a sus hermanos para hacer causa común contra un Príncipe de Francia.

Todos se convertirían en enemigos sin que la Europa hiciera nada por sostenernos, porque no merece el Nuevo Mundo los gastos de una Santa Alianza; a lo menos tenemos motivos para juzgar así, por la indiferencia con que se nos ha visto emprender y luchar por la emancipación de la mitad del mundo, que bien pronto será la fuente más productiva de las prosperidades europeas”.

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