El 18 de agosto de 1815, Bolívar denuncia desde Kingston,
al editor del periódico “The Royal Gazette” el genocidio que desde la época del
descubrimiento viene cometiendo España en sus colonias de la América del Sur.
Bolívar no sólo
habla en su larga carta de los abominables asesinatos que se cometen contra
todos los que piensan y luchan a favor de la independencia sino que se remite a
la historia que “relata ampliamente aquellos espantosos acontecimientos que han
sido tan profundamente deplorados por el ilustre historiador Dr. Roberton,
apoyado en la autoridad del gran filósofo y filántropo Las Casas, que vio con
sus propios ojos, esta nueva y hermosa porción del globo poblada por sus nativos
indios regada después con la sangre de más de veinte millones de víctimas: y vio las más opulentas ciudades y los más
fértiles campos reducidos a hórridas soledades y desiertos espantosos”.
Se refiere Bolívar a la destrucción de los incas en casi
todo el Perú, a los sufrimientos de Tupac – Amaru y toda su real familia, a las
carnicerías de Quito y Cartagena, a como en México, más de un millón de
habitantes han perecido en las ciudades pacíficas en los campos y en los
patíbulos.
“No ha sido
solamente la guerra a muerte – expresa Bolívar – la que los españoles han
declarado contra aquel opulento imperio sino una guerra de exterminio, la que
las tropas españolas hacen con ferocidad; sin cuartel para el vencido;
ejerciendo su venganza contra las poblaciones inofensivas de todas clases y
pasando a filo de espada, no sólo a los prisioneros sino a los civiles, a los
ancianos y a los enfermos, a las mujeres y a los niños; saqueando y destruyendo
ciudades y aldeas y la propiedad en general sin exceptuar siquiera a los
animales. Esos españoles han cometido en
Venezuela hechos tan atroces que, en lo venidero, parecerán increíbles”
Termina el Libertador haciendo relación de los
abominables crímenes de los realistas Antonanzas, Zuazola, Rosete, Ceballos,
Boves y otros.
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