El 6 de julio de 1816 el General José Francisco Bermúdez
llegó desde Kingston, al puerto de Ocumare de la Costa , siguiendo por su
cuenta la expedición de los Cayos emprendida por Bolívar.
Tan pronto llegó
al puerto ofició al Libertador participándole su llegada y su deseo de incorporarse, pero
Bolívar en carta fechada dos días después lo rechaza por insubordinado y
sedicioso.
En efecto, Bermúdez tuvo posiciones encontradas con
Bolívar. Al perderse la Segunda República
se unió a Ribas y a Piar para deponer y
expulsar al Libertador y en la isla de Haití siguió ahondando las diferencias
pretendiendo comandar la expedición de los Cayos. Bolívar lo licencia y lo deja en tierra, pero
éste sigue tras sus huellas y he aquí lo que el Libertador le responde tan
pronto anuncia su presencia en Ocumare:
“Después de las diferencias y contestaciones que usted
excitó en Los Cayos, y que me obligaron a licenciarlo; después de los partidos
que continuó formando para oponerse a la expedición, pretendiendo el mando de
ella contra la voluntad general de todos los que la componían, contra la
determinación de la
Junta General de Jefes notables que me encargó su dirección,
y lo que no menos, contra el expreso comprometimiento de usted después de los
votos formales y expresos usted y sus compañeros hicieron públicamente allí de
atentar contra mi vida y de elevarlo usted a la autoridad suprema; después, en
fin, de las muchas pruebas que ha dado de insubordinación y de sedición, no
están en mi arbitrio admitirlo en el ejército ni en el territorio de la República.
Felizmente hasta ahora reina
en uno y otro la mejor armonía y subordinación; nada aspiro sino salvar la
patria, y si me disputa alguna preferencia es la de ir delante de los demás al
encuentro del enemigo, y la de ejecutar
mis ordenes con la más estricta y ciega obediencia. La presencia de usted entre nosotros turbaría
todo el orden, volvería a encender las discordias, haría revivir las odiosas y
destructoras pretensiones que se han extinguido ya, y envolvería
inevitablemente en sus ruinas al ejército y a la naciente República.
Por todas estas consideraciones me veo en la forzosa
necesidad de impedir a usted y a sus compañeros en el desembarque que
solicitan, y lo prevengo se prepare para transbordarse con ellos a un buque que
los llevará con seguridad a las colonias amigas.
Luego que la
República esté del todo libre y tranquila permitiré a usted
que venga a habitar entre nosotros.
Entonces las pasiones se habrán calmado y no habrá justos temores”.
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