domingo, 26 de mayo de 2013

La Academia de Matemáticas


            El 4 de noviembre de 1831, ese maestro infatigable que fue Juan Manuel Cajigal funda en Caracas la Academia de Matemáticas decretada por Páez nueve días antes.
            Era aquella una Academia para ser aplicada a los trabajos civiles y a la ciencia de la guerra con la cual había soñado desde su regreso de España en 1829.  Porque Cajigal, nacido en Barcelona (Anzoategui), había viajado a Madrid cuando tenía trece años para estudiar matemáticas, primero en la Universidad de Alcalá de  Henares y después en París.
            Aquellos días de su regreso de la madre patria, Venezuela estaba políticamente convulsionada y pugnaba por separarse de la Gran Colombia.  Sin embargo, sus ideas son bien acogidas por Vargas, Soublette, José Grau y pronto el Congreso como Ejecutivo la hacen realidad con la creación de la Academia de Matemáticas convertida luego en una verdadera casa de estudios que traspuso el talento y la fama de Cagigal hasta la Academia de West Point.
            Cagigal fue un académico y un político a tiempo completo.  Daba clases de química industrial.  Fue diputado y como tal se ocupó del trazado del camino de los valles de Aragua y en general del problema de las vías de comunicación; leía un curso de literatura en la Universidad.  Ascendió, después de Humboltd, dos veces la Silla del Avila.  Se interesó en los trabajos orográficos de Codazzzi.  Trajo y montó una prensa litográfica.  Fue el primero que ensayó en Venezuela los procedimientos científicos de Daguerre.  Escribió un curso de astronomía y fundó en marzo de 1839 el “Correo de Caracas”.  Como parlamentario dejó oír su voz en el Tratado Pombo – Michelena, en la adopción del sistema métrico decimal, en la inmigración de trabajadores canarios.  Fue en síntesis un hombre incansable, tenaz, sin tiempo para sí porque se lo regateaba para ofrecerlo a los demás, a su patria , al país, pero llegó un  momento en que el cansancio cerebral y los nervios hicieron crisis en su salud mental.  Regresó psíquicamente desecho y murió el 10 de febrero de 1856, allá en Yaguaraparo, pueblito de pescadores  del Golfo Triste.



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