miércoles, 29 de mayo de 2013

La Academia Nacional de la Historia

 

  Juan Pablo Rojas Paúl  Juan Pablo Rojas Paíl
        El 27 de octubre de 1888 el Presidente de Venezuela Juan Pablo Rojas Paúl decide la creación de la Academia Nacional de la Historia mediante decreto que ejecuta y promulga al día siguiente, onomástico del Libertador.
            La Academia de la Historia es una corporación de carácter literario y tiene entre sus funciones la de recopilar en forma juiciosa y seria, documentos de interés para el acervo cultural de la nación.  A ella, por consiguiente, llevan sus individuos de número las dudas y dilemas de nuestra historia a fin de ser aclaradas a la luz de la verdad.
            Consta de 24 sillones marcados con las letras del abecedario, a excepción de la A, Ch, Ñ, U y W.  En ellos se sientan los académicos de la historia.  Los fundadores de la Academia otorgaron el sillón “A” al entonces Presidente de la República doctor Rojas Paúl otros dos Presidentes han sido miembros de la Academia:  José Gil Fortuol (encargado), quien ocupó el sillón “K” y Raimundo Andueza Palacios, sillón letra “Y”.  Por lo menos hasta 1979.
            Pero no solamente presidentes han sido académicos sino también varios ministros y hasta personajes que estuvieron en la misma guerra de independencia como Eduardo Blanco y José de Briceño.  Mujeres como Lucila Luciani de Pérez Díaz, Ermilia Troconis de Veracoechea y prelados como el Cardenal Humberto Quintero igualmente han pasado por la prestigiada corporación literaria.
            La Academia sesiona una vez por semana – jueves a las 5 de la tarde – en la vieja casa de estudios en la esquina de San Francisco en Caracas y que originalmente fuera el Real Colegio Seminario de Santa Rosa.  La Academia a pesar de ser decretada el 28 de octubre de 1888 no se instaló sino un año después.  Desde entonces su papel ha sido fructífero y dinámico tal cual como en su debida oportunidad  lo conceptuó uno de sus miembros, el académico Lino Iribarres Celis:  “La Academia Nacional de la Historia de Venezuela no es una de esas casas simbólicas que constituyen en algunos de nuestros países,            el cuadro formal de  la cultura:  casa muerta que sólo sirve para marco de sobresalientes figuras de las letras o la investigación histórica y para que vegeten con sueldos de hambre una media docena de empleados.  A pesar de todo, la Academia es casa vida, operante, activa, si se atiene a la utilidad que ofrece tanto a los académicos en particular como a instituciones extranjeras y a todo aquel que haga investigaciones históricas, idigenistas, genealógicas, lingüísticas, bibliográficas, etc.”


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