El 30 de octubre de 1823 el
Libertador que se hallaba en Lima asegurando la independencia del Perú, último
e importante baluarte de los realistas, escribe al Vicepresidente (encargado de
la Presidencia )
de Colombia, general Francisco de Paula Santander, para referirse entre
otras a la cuestión de sus haberes y al
reemplazo de Rafael Revenga como comisionado del gobierno en Londres.
Como en el Congreso había surgido
una tendencia contra fundamentos importantes de la Constitución propuesta
por Bolívar, éste había insinuado a Santander en carta anterior la idea de su
haber para irse a otra parte en caso de que se alterase al Ley
Fundamental. A pesar de que la
Constitución no se alteró, Santander sometió al
Congreso la idea del haber pendiente del libertador y se le decretó sueldo y
pensión. Bolívar al saberlo se sintió
herido y así se lo manifestó a Santander expresando: “que el que trabaja por la libertad y la
gloria no debe tener otra recompensa que la gloria y la libertad”.
“Crea usted con franqueza –
manifiéstale Bolívar – que me ha herido hasta el alma la lectura de esta
carta. Mi desesperación en Tulcán al ver
triunfantes a los desertores de la unidad me hizo pedir a fin de poderme ir muy
lejos y de vivir algunos años más en la más completa oscuridad”.
Rafael Revenga que se hallaba en
Inglaterra en misión del gobierno, es relevado por el senador Hurtado y esta
decisión del Congreso lastima de tal modo a Bolívar que llega a calificarle de
“desaire” y de “inicuo”.
“La República va a perder un
buen servidor y además ya me tiene perdido para siempre: no mandaré yo, no bajo un senado ingrato y
absurdo que paga tan mal a los mejores ciudadanos y es incapaz de juzgar el
mérito” dice Bolívar.
Mientras en el Perú aclamaban a
Bolívar, en Colombia las cosas le salían torcidas. Santander y el Senado parecían contradecirlo
hasta el punto incluso de regatearle los auxilios. Esto queda a la vista cuando en la misma
carta el Libertador molesta a Santander cuando le dice: “No hablaré a usted más de auxilios de tropas
porque ya usted ha respondido suficientemente a todo. Usted responde como los inquisidores lo
hicieron a Molina; quiero decir que usted se enfada cuando le piden, y yo no sé
si será mejor perder que no pedir”.
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