martes, 14 de mayo de 2013

Bolívar enervado por la tisis


 

            El 6 de diciembre de 1830, Bolívar, cada vez más consumido por la tuberculosis, es sacado de Santa Marta y conducido a San Pedro Alejandrino, quinta campestre, propiedad del español Joaquín de Mier, donde creía que podía sentirse mejor.

            Bolívar desde Barranquilla y siempre buscando cura para sus males había viajado a Santa Marta, a donde llegó el primero de diciembre a las siete y media de la noche en el bergantín “Manuel”, escoltado por la goleta de guerra “Grampues” inducido por sus amigos, en la creencia de que el aire de mar le sentaría bien.
            Cuando Bolívar llegó a Santa Marta no podía caminar.  Sus piernas flaqueaban y fue preciso llevarlo en una silla de brazo hasta la habitación que se le había preparado.
            En Santa Marta permaneció hasta ese día cuando fue llevado en coche a la quinta de San Pedro Alejandrino.  Hasta el día anterior de su partida lo acompañó el médico inglés Night quien junto con el doctor Reverend concertó tratamiento para su mal.  El diagnóstico era realmente grave y cuando así lo comunicaron al general Mariano Montilla, este se desbordó de lágrimas.
            Bolívar estaba ya retirado de los asuntos públicos y desde la presidencia de la Gran Colombia se ocupaba de ellos el general Rafael Urdaneta, quien sostenía constante comunicación con el Libertador y lo mantenía informado de todo.  Bolívar tenía unas inmensas ganas de seguir viviendo.  El creía que con el cambio de clima podría mejorarse.  Así se lo hace saber el 4 de diciembre desde Santa Marta a su amigo el general Diego Ibarra:  “He recibido tu apreciable carta que me ha sido muy satisfactoria y siento no poderla contestar con extensión por hallarme muy postrado por mis males.  Estos me han hecho sufrir por algún tiempo, y después de haber hecho todo lo posible para curarme, hasta embarcarme en la mar, me hallo en el mismo estado y sin esperanzas de curarme sino en un país frío.  A mi lado no hay nada que hacer, pues yo estoy retirado enteramente de los negocios públicos y no podré servir para nada antes de seis meses”.  Mas apenas faltaban trece días para su muerte.

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