El 6 de diciembre de 1830, Bolívar, cada vez más consumido por la tuberculosis, es sacado de Santa Marta y conducido a San Pedro Alejandrino, quinta campestre, propiedad del español Joaquín de Mier, donde creía que podía sentirse mejor.
Bolívar desde Barranquilla y siempre buscando cura para
sus males había viajado a Santa Marta, a donde llegó el primero de diciembre a
las siete y media de la noche en el bergantín “Manuel”, escoltado por la goleta
de guerra “Grampues” inducido por sus amigos, en la creencia de que el aire de
mar le sentaría bien.
Cuando Bolívar llegó a Santa Marta no podía caminar. Sus piernas flaqueaban y fue preciso llevarlo
en una silla de brazo hasta la habitación que se le había preparado.
En Santa Marta permaneció hasta ese día cuando fue
llevado en coche a la quinta de San Pedro Alejandrino. Hasta el día anterior de su partida lo
acompañó el médico inglés Night quien junto con el doctor Reverend concertó
tratamiento para su mal. El diagnóstico
era realmente grave y cuando así lo comunicaron al general Mariano Montilla,
este se desbordó de lágrimas.
Bolívar estaba ya retirado de los asuntos públicos y
desde la presidencia de la
Gran Colombia se ocupaba de ellos el general Rafael Urdaneta,
quien sostenía constante comunicación con el Libertador y lo mantenía informado
de todo. Bolívar tenía unas inmensas
ganas de seguir viviendo. El creía que
con el cambio de clima podría mejorarse.
Así se lo hace saber el 4 de diciembre desde Santa Marta a su amigo el
general Diego Ibarra: “He recibido tu
apreciable carta que me ha sido muy satisfactoria y siento no poderla contestar
con extensión por hallarme muy postrado por mis males. Estos me han hecho sufrir por algún tiempo, y
después de haber hecho todo lo posible para curarme, hasta embarcarme en la
mar, me hallo en el mismo estado y sin esperanzas de curarme sino en un país
frío. A mi lado no hay nada que hacer,
pues yo estoy retirado enteramente de los negocios públicos y no podré servir
para nada antes de seis meses”. Mas
apenas faltaban trece días para su muerte.
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