El 23 de diciembre de 1852 los
restos del Libertador que se hallaban provisionalmente en el templo de San
Francisco, fueron trasladados a la
Capilla de la
Trinidad de la
Catedral y cubiertos con un monumento realizado por el
escultor Tenerani que en ese mismo día inauguró el Presidente José Gregorio
Monagas. Pero había sido decretado en la
época de Páez por el Congreso de 1842.
Los restos del Libertador que por
decreto del mismo José Antonio Páez se hallaban en Venezuela desde 1842 traídos
de Santa Marta, fueron junto con el monumento de Tenerani trasladados
finalmente al Panteón Nacional, por decisión del Presidente Antonio Guzmán
Blanco, el 28 de octubre de 1875, onomástico del Libertador.
El Panteón Nacional fue construido
en tiempos del propio Guzmán Blanco e inaugurado en 1872 con la inhumación en
su recinto de los restos del prócer y Presidente general José Gregorio Monagas
y de los caudillos federalistas, generales Ezequiel Zamora y Manuel Ezequiel
Bruzual.
Cuando Guzmán Blanco decidió el
traslado de los restos del Libertador al Panteón Nacional, la urna fue
introducida en una arca cineraria de estilo gótico construida por el francés
Emilio Jacquin. Era de cedro con
revestimiento de pasta, labores de oro, techo plateado y ovijas con fondo de
terciopelo carmesí. Esta arca fue
cambiada en 1930 por la urna de bronce que actualmente existe en el
Panteón. En la ceremonia suntuosa del
traslado de los restos al Panteón en medio de una gran multitud hablaron, en la Catedral , el fabulista y
político caraqueño Dr. Jesús María Sistiaga.
A las puertas del Panteón, el doctor Eduardo Calcaño y finalmente en el
acto de recepción el Arzobispo Ponte; Juan Rohl a nombre del Cuerpo Consular;
Jacinto Gutiérrez, por la
Corte Federal y el Presidente Antonio Guzmán Blanco, quien
insistió una vez más en afirmar que “Bolívar es, después de Jesucristo, el
mortal más grande que ha tenido la humanidad”.
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