lunes, 6 de mayo de 2013

Conatos Separatistas


             El 31 de diciembre de 1826, Bolívar que ha regresado del Perú urgido por los conatos y tendencias separatistas en Venezuela, se halla en Puerto Cabello luego de pasar por Maracaibo y Coro.  Bolívar viene acompañado de un ejército porque Venezuela está a punto de arder en una gran guerra civil.  De un lado Páez y sus partidarios pugnando por la separación de la Gran Colombia y del otro los que se mantienen fieles a la unidad defendida por el Libertador.
            Páez se halla atrincherado en Valencia y se ha batido varias veces contra Puerto Cabello defendido por Briceño.  Bermúdez también se ha batido contra Cumaná y la hostiliza desde Barcelona.  Los partidos y las partidas se baten en todo el territorio.  Bolívar quiere a toda costa evitar la guerra civil y demanda a Páez una entrevista.  Páez, duda, teme, no sabe qué hacer.  El doctor Miguel Peña, adversario del Libertador, calienta sus orejas.  Bolívar ha escrito desde Coro a Páez, jefe civil y militar de Venezuela y el 31 de diciembre vuelve a escribirle con Wilson, su único edecán.  Páez al saber que Bolívar viene con todo un ejército a someterlo, le da un ataque y es llevado a cama en Valencia.  El Libertador le explica en la carta el porqué de la presencia de un ejército y le dice que no ha tenido parte en las turbulencias de Venezuela.  “He venido porque usted me ha llamado; ninguna ambición me anima, puesto que no he querido aceptar la oferta de usted ni de la dictadura que han ofrecido las actas de los pueblos.  Ahora bien, tampoco quiero la guerra porque ella matará a la patria.  Yo ofrezco convocar al pueblo para que determine lo que quiere y haga cuando alcance su poder.  Haré más, me iré a Colombia el día que se reúna; por consiguiente, ninguna mira política me animará a tomar partido para nada.   Unámonos pues, para salvar a nuestros infelices hermanos.  Basta de sangre y de ruinas en la pobre Venezuela.  ¡Mil maldiciones le acompañen al infierno al que pretenda levantar su poder sobre sus escombros amasados de sangre!...”
            Bolívar y Páez terminan entrevistándose en Naguanagua.  Se reconcilian y juntos pasan  a Caracas donde el Libertador es objeto de un recibimiento apoteósico.

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