El 6 de noviembre de 1729 fue expedida la Real Cédula para la
fundación de San Felipe, capital del Estado Yaracuy, levantada a 256 metros
sobre el nivel del mar, en pleno centro geográfico de la entidad federal.
En 1812 la capital yaracuyana fue como Caracas y otras
ciudades de Venezuela, destruida por un terremoto y construida posteriormente
en otro lugar.
Vale decir que ya en 1531 Juan de Villegas había fundado
a la Real San
Felipe de Buria a la cual dio lugar sus ricas minas de oro y que viene siendo
lo que es hoy Nirgua, más al sur y en zona templada de un mil metros sobre el
nivel del mar. A cinco kilómetros se ven
todavía las ruinas de lo que fue la fortaleza de San Vicente donde se guarnecía
la tropa encargada de velar por el oro que se sacaba de las minas de Buria y el
cual era periódicamente transportado a la Madre Patria.
Al noreste de San Felipe está Aroa, ciudad donde Alonso
de Oviedo descubrió las minas de cobre en 1605. Estas minas pertenecieron a los padres de
Simón Bolívar, quien las puso a la orden de la causa de la independencia. Bolívar dejó constancia de esta propiedad en
su testamento de Santa Marta. En 1832
los herederos del Libertador venden las minas y tras varias operaciones pasa a
manos de la “Suramericana de Cobre” y otra parte a la “Bolívar Railway”.
San Felipe en 1826 tenía 7 mil habitantes y a fines de la
década del setenta contaba cincuenta mil.
Es una de las pocas ciudades de Venezuela que tiene ferrocarril y en lo que era antigua ciudad destruida por
el terremoto de 1812 se levanta un gran parque que tiene como atractivos las
ruinas de San Felipe El Fuerte, la
Iglesia de Nuestra Señora de Presentación, las capillas de la Virgen de Monserrat y del
Bautisterio con la Pila
original construida en 1748, la
Calle del Rey y otras áreas y vías empedradas que hablan de
una época y de un estilo que escapan al modelo de ciudad que es el San Felipe
de hoy.
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