El 19 de noviembre de 1749 el
pueblito de El Saladillo maracaibero amaneció sobrecogido de asombro por los
destellos de una tabla colgada en el
muro de una humilde casa de la calle que
después fue “del milagro”. La
noticia de aquel día, prolongada a lo
largo de los años por el fanatismo religioso, inquietaba a los pobladores que
de boca en boca fueron llevando por todo el occidente la increíble historia de la virgen irradiando
con su corte en una tablita hallada
casualmente a la orilla del Lago.
Aquella realidad mágica se
transformó en ritos religiosos y pronto
las autoridades coloniales y la iglesia tuvieron que admitirla con todas las
reglas y ritos a los cuales son tan apegados los católicos.
Oficialmente la historia data de un día
martes, pero se origina un día cualquiera en que una humilde señora lavandera
husmeaba por los bordes del Lago los desechos de los barcos que olas y
corrientes suelen arrastrar hasta la playa.
Buscando, buscando, encontró la doña una tablita cuadrada, blanca y
lisa, buena como la que ella quería encontrar para tapar la tinaja de su
casa. La tabla poco tiempo estuvo
tapando la boca de la tinaja, pues la señora, un día en que la lavaba, descubrió
bajo su patina húmeda la imagen de la virgen acompañada de San Antonio y San
Andrés. Entonces se fue a un cuarto y la
colgó de un muro. Un día, viernes 18 de
noviembre de 1749, la mujer dicen que se hallaba entretenida moliendo cacao
cuando oyó la tablita golpear contra la pared.
Al principio le puso atención, pues suponía que era el viento. La segunda vez que oyó la tablita golpetear
fue a observar bien la habitación y se inquietó porque no podía ser el
viento. Ya la tercera vez la mujer trascendió
en éxtasis, se arrodilló, rezó y por último se lanzó a la calle gritando
¡Milagro! ¡Milagro! Los vecinos todos de El Saladillo se congregaron y
comenzaron a desfilar ante la imagen iluminada.
Después fue la ciudad entera, las autoridades y los sacerdotes de la
iglesia. Al año siguiente el
Ayuntamiento decidió trasladar la imagen de la virgen a la Iglesia Parroquial
en contra de la voluntad de la señora que deseaba conservarla. Pero sucedió algo extraño, cuando en solemne
procesión trasladaban a la
Virgen a la Iglesia Parroquial , al doblar la esquina para
tomar la Calle Ciencias ,
las personas que la llevaban sintieron que la tablita iba multiplicando su peso
en forma tal que se vieron obligadas a detener el paso. Un sacerdote sugirió que la desviaran al
Templo de San Juan de Dios y no a la Catedral y entonces esto parece que resultó pues
la misteriosa tablita recobró su peso normal y en aquel Templo se quedó. La
Chinita patrona de los maracuchos tiene hoy una bella
Basílica y sobre su retablo una corona de oro que pesa 10 kilos, obsequio de
los zulianos en 1942, año de su coronación canónica.
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