lunes, 20 de mayo de 2013

Virgen de la Chiquinquirá



            El 19 de noviembre de 1749 el pueblito de El Saladillo maracaibero amaneció sobrecogido de asombro por los destellos de  una tabla colgada en el muro de una humilde  casa de la calle que después fue “del milagro”.  La noticia  de aquel día, prolongada a lo largo de los años por el fanatismo religioso, inquietaba a los pobladores que de boca en boca fueron llevando por todo el occidente  la increíble historia de la virgen irradiando con su corte en una tablita  hallada casualmente a la orilla del Lago.
            Aquella realidad mágica se transformó  en ritos religiosos y pronto las autoridades coloniales y la iglesia tuvieron que admitirla con todas las reglas y ritos a los cuales son tan apegados los católicos.
             Oficialmente la historia data de un día martes, pero se origina un día cualquiera en que una humilde señora lavandera husmeaba por los bordes del Lago los desechos de los barcos que olas y corrientes suelen arrastrar hasta la playa.  Buscando, buscando, encontró la doña una tablita cuadrada, blanca y lisa, buena como la que ella quería encontrar para tapar la tinaja de su casa.  La tabla poco tiempo estuvo tapando la boca de la tinaja, pues la señora, un día en que la lavaba, descubrió bajo su patina húmeda la imagen de la virgen acompañada de San Antonio y San Andrés.  Entonces se fue a un cuarto y la colgó de un muro.  Un día, viernes 18 de noviembre de 1749, la mujer dicen que se hallaba entretenida moliendo cacao cuando oyó la tablita golpear contra la pared.  Al principio le puso atención, pues suponía que era el viento.  La segunda vez que oyó la tablita golpetear fue a observar bien la habitación y se inquietó porque no podía ser el viento.  Ya la tercera vez la mujer trascendió en éxtasis, se arrodilló, rezó y por último se lanzó a la calle gritando ¡Milagro! ¡Milagro! Los vecinos todos de El Saladillo se congregaron y comenzaron a desfilar ante la imagen iluminada.  Después fue la ciudad entera, las autoridades y los sacerdotes de la iglesia.  Al año siguiente el Ayuntamiento decidió trasladar la imagen de la virgen a la Iglesia Parroquial en contra de la voluntad de la señora que deseaba conservarla.  Pero sucedió algo extraño, cuando en solemne procesión trasladaban a la Virgen a la Iglesia Parroquial, al doblar la esquina para tomar la Calle Ciencias, las personas que la llevaban sintieron que la tablita iba multiplicando su peso en forma tal que se vieron obligadas a detener el paso.  Un sacerdote sugirió que la desviaran al Templo de San Juan de Dios y no a la Catedral y entonces esto parece que resultó pues la misteriosa tablita recobró su peso normal y en aquel Templo se quedó.  La Chinita patrona de los maracuchos tiene hoy una bella Basílica y sobre su retablo una corona de oro que pesa 10 kilos, obsequio de los zulianos en 1942, año de su coronación canónica.

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