El 24 de febrero de 1529, Ambrosio
Alfinger, primer enviado de los banqueros Welseres que arrendaron gran parte de
Venezuela, llegó a Coro para emprender las expediciones que le reportarían a
sus patronos el oro y los esclavos con los que se pagarían las deudas de Carlos
V.
El contrato de los banqueros de
Ausburgos fue aprobado por Real Cédula fechada en Madrid el 27 de marzo de 1528
y antes de cumplirse el año ya Alfinger con 780 hombres entre alemanes,
españoles, portugueses y negros de Nueva Guinea, se hallaba en Coro recibiendo
el gobierno de la naciente ciudad, de manos de su fundador Juan de Ampíes.
Alfinger preparó su primera
expedición y marchó hasta el Lago de Coquibacoa en cuyas orillas fundó el
pueblo de Maracaibo. A los ocho meses
regresó a su base en San Antonio de Coro con el fin de reunir más recursos para
alargar la expedición hasta el Nuevo Reino de Granada tramontando la cordillera
de Perijá.
Al igual que los gobernadores
Welseres que lo sucederían Alfinger se apartó de las condiciones esenciales del
convenio y cometió toda clase de atrocidades contra los conglomerados
indígenas. Los robó, explotó, esclavizó,
y finalmente tuvo que pagar con la vida sus crueles extralimitaciones. A su regreso, entre Pamplona y Cúcuta, los
indios con flechas envenenadas le cobraron tantos males matándolo a él y a
varios de sus acompañantes.
Antes de su muerte, había adelantado
a 24 de sus hombres con un gran lote de oro calculado en 30 mil pesos, pero
estos se extraviaron y para no morir de hambre cometieron actos de canibalismo
descuartizando y comiéndose a los indios que llevaban de servicio y a los que
encontraron en su camino.
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