viernes, 2 de agosto de 2013

Carta de San Martín a Bolívar

El 3 de marzo de 1822, el general José de San Martín, escribió al Libertador aconsejándole dejase a Guayaquil en libertad absoluta de decidir sobre su propio destino.
Guayaquil y Quito son las ciudades más importantes de Ecuador, y ambas fueron centro y nervio de la lucha por la independencia.  Bolívar desde Colombia y San Martín desde Lima coincidieron en marchar sobre esas ciudades para echar de allí a los realistas. Mas, las tropas de San Martín debieron abandonar Guayaquil para facilitarle a Sucre y a Bolívar todas las operaciones militares que más tarde asegurarían en forma definitiva la independencia no solo del Ecuador sino también del Perú del que San Martín era protector por mandato del Congreso.  Pero, San Martín, siempre fue partidario de que Guayaquil, una vez independizada, debía decidir su propio destino.  En ese sentido apoyaba a José Joaquín Olmedo, quién era contrario a la unión con Colombia.  Dos factores pugnaban en Guayaquil, una por la unión y otra por la independencia sin ataduras.
La carta de San Martín es respondida el 22 de junio por el Libertador y en la misma dice que el gobierno de Colombia, al igual que el Protector del Perú, no ha querido mezclarse en Guayaquil  “sino en los negocios relativos a la guerra del continente”.

“Pero – explica el Libertador en su respuesta – al fin, no pudieron ya tolerar el espíritu de facción, que ha retardado el éxito de la guerra y que amenaza inundar en desorden todo el Sur de Colombia, ha tomado definitivamente su resolución de no permitir más tiempo la existencia anticonstitucional de una Junta, que es el azote del pueblo de Guayaquil, y no el órgano de su voluntad. Quizás V.E. no había tenido noticia bastante imparcial del estado de conflicto en que gime aquella provincia, porque una docena de ambiciosos pretenden mandarla.  Diré a V.E. un solo rasgo de espantosa anarquía: no pudieron lograr los facciosos la pluralidad en ciertas elecciones, mandaron a poner en libertad al presidio de Guayaquil para que los nombres de estos delincuentes formaran la preponderancia a favor de su partido.  Creo que la historia del Bajo Imperio no presenta un ejemplo más escandaloso”.

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