viernes, 16 de agosto de 2013

Caída de Pérez Jiménez

            El 23 de enero de 1958, en horas de la madrugada, huyó de Venezuela después de abandonar el poder el dictador Marcos Pérez Jiménez.
            Huyó cuando vio que se desplomaba sin remedio toda la estructura de poder que había armado con el apoyo de la odiada Seguridad Nacional y emergía una Junta Militar encabezada por el Contralmirante Wolfgang Larrazabal Ugueto, con el respaldo de un movimiento cívico – militar que desde el primero de enero de ese año había insurgido contra el dictador y se mantenía en la calle.
            Desde la caída del presidente Rómulo Gallegos, en noviembre del 48,  numerosas fueron las acciones que se ejecutaron para dar al traste con el gobierno de facto instaurado en el país, pero ninguna tan efectiva, unitaria y espontánea como aquella del Año Nuevo de 1958.
            A pesar de que los partidos políticos y las fuerzas sindicales estaban todos maltrechos, fue posible aquel movimiento de unidad reflejado en la Junta Patriótica presidida por el periodista Fabricio Ojeda.  Una andanada de hojas y manifiestos clandestinos y finalmente una huelga general hicieron reaccionar a todo el pueblo y a sectores rezagados de las Fuerzas Armadas.
            La conformación del movimiento insurreccional con representación de todas las fuerzas políticas y sectores militares se concretó cuando Pérez Jiménez el año anterior, en 1957, anunció un Plebiscito para sus pretensiones de permanecer más tiempo en el poder.  El primero de enero, oficiales del ejército y de la aviación insurgen y sobre la marcha tratan de coordinar la acción, pero fracasan.  Los alzados son detenidos y los principales cabecillas huyen a Colombia.  Sin embargo, la parte civil no se amedrentó sino que reaccionó con mayor empuje y decisión.  Cientos de manifiestos comenzaron a circular hasta que los principales sectores de las Fuerzas Armadas anunciaron la constitución de una Junta de Gobierno integrada por el Contralmirante Wolfgang Larrazabal, en calidad de Presidente;  coroneles Pedro José Quevedo, Abel Romero Villate, Roberto Casanova y Carlos Luis Araque.  300 muertos y un mil heridos fue el saldo de aquel suceso que restituyó a los venezolanos el derecho de vivir en democracia.

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