El 27 de enero de 1824, el Libertador escribe al general Sir Robert Wilson, defensor en el parlamento británico de la causa de la independencia, para manifestarle sus sentimientos por la presencia de su hijo en el ejército revolucionario.
Mucho antes, el 14 de octubre de
1821, el Congreso de Colombia, reunido en Villa del Rosario de Cúcuta, ya había
tenido palabras de congratulación para quién entonces (Wilson) era distinguido
miembro de la Cámara
de los Comunes del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda. Congratulaciones por el esfuerzo con que
promovía y abogaba en el Parlamento Británico la causa de la Independencia.
Bolívar ahora le escribía desde
Pativilca porque recibido de él a su hijo para incorporarlo a nuestro ejército
en la lucha por la independencia, gesto más noble, hermoso y generoso. Venía el hijo de Sir Robert Wilson como habían
venido desde el mismo país O’Leary, D’Evereux, Robertson, Rooke, Brown,
Farriar, Mac Gregor y tantos otros.
Bolívar guardaba de aquel Wilson dos
obras muy importantes que pertenecieron a la biblioteca de Napoleón: “El Contrato Social” de Rousseau y “El Arte
Militar”, de Montecuccoli que días antes de su muerte donaría a la Universidad de
Caracas. Ahora le llegaba con una carta el hijo Wilson como
para reafirmar aquel sentimiento de solidaridad por la causa de los americanos.
“He tenido la satisfacción – escribe
Bolívar a Sir Robert Wilson – de recibir la honrosa carta con que Ud. se ha
servido favorecerme, el enviarme una parte de su corazón en su digno, tierno y
amable hijo. Yo aprecio con
reconocimiento este rasgo del carácter elevado que ha hecho la gloria de su
nombre. Ud. partió su alma y su amor a
la libertad, cuando a la vez dirige contra la tiranía española en América al
gaje adorado de su ternura, y Ud. con su espada parte a proteger a la España justa que defiende
sus derechos. Nada incontestablemente
marca de un modo tan notable ese temple de sentimientos magnánimos, como esta
acción singular. Si la historia graba
bien la grandeza de los hechos humanos, no habrá muchas bellezas que excedan a
ésta. Así cualquiera que sea el éxito
que el joven Wilson tenga en su lucha, y cualquiera que pueda ser el laurel o
el ciprés que corona a la
España , el padre y el hijo ya tienen asegurado su triunfo en
el campo de la libertad, en la balanza de la justicia.
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