viernes, 2 de agosto de 2013

Muerte de Arístides Rojas

            

            El 4 de marzo de 1894, un día antes de la proclamación de Joaquín Crespo como Presidente Constitucional de Venezuela, murió en Caracas el médico, erudito historiador y literato de gran linaje, Arístides Rojas.

            Murió a la edad de 68 años (había nacido el 3 de noviembre de 1826) y era hijo de Dolores Espaillat y José María Rojas, emigrado dominicano, fundador en Caracas de una importante librería y editorial.
            En 1873, el erudito historiador se casó Emilia Ugarte, fallecida un año después. Entonces, Arístides Rojas, prometió a decir de Bolet Peraza: “No querer nunca más a quién pudiera morir, y amó sólo sus libros”.
            Como intelectual, al igual que Tulio Febres Cordero y Eduardo Blanco, autor de “Venezuela Heroica”, Arístides Rojas estuvo ubicado en la corriente literaria aparecida en su tiempo con el nombre de “tradicionalismo”. Empezó escribiendo sus ensayos en el periódico “El Liberal” y luego recopiló sus obras en importantes volúmenes entre lo que destacan  “Orígenes Venezolanos” “Leyendas Históricas” , Las Humboldtianas”, Estudios Indígenas”, “Los Hombres de la Revolución”, “Orígenes de la Diplomacia Venezolana”. “Miranda en la Revolución Francesa”.
            Arístides Rojas está entre los intelectuales del Siglo XIX que iniciaron una producción de identidad con Venezuela.
            Presidió la Junta nombrada por Guzmán Blanco para dirigir los trabajos de reconstrucción de la Universidad Central en 1872. Así mismo presidió la Junta que se ocupó del traslado de los restos de Bolívar a la Capilla de la Trinidad en la Catedral hasta el Panteón Nacional, 28 de octubre – día de San Simón – de 1875.
            Coincidiendo con el centenario del natalicio del Libertador, 24 de Julio de 1883, publicó dos obras importantes: “Orígenes de la Revolución Venezolana” y “ Washington en el Centenario de Bolívar”.

            Cuando murió, 4 de marzo de 1894, el Presidente Joaquín Crespo hizo esta reflexión: “hemos perdido un sabio y la patria debe depositar sobre su tumba las coronas que entreteje para los ciudadanos esclarecidos la gratitud nacional. Pérdida como la que deploramos son muy difíciles de reponer, porque son pocos los hombres que como el doctor Rojas han cifrado todo su empeño en enaltecer el nombre de la patria”.

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