El primero de junio de 1813,
Bolívar, en una rápida campaña, autorizado por el Congreso neogranadino, entró
en Mérida, acompañado de un grupo de oficiales de primera, entre el que
destacaba por su valor y heroísmo, Antonio Ricaurte, capitán nacido el 10 de
julio de 1786 en la Villa de Leiva y a quién la patria recuerda con emoción por
su sacrificio en el ingenio de San Mateo.
Por el amor de la bella joven María Clemencia, Juan
Esteban Ricaurte estuvo tras las rejas de un calabozo porque el marqués de San
Jorge, don Lozano de Peralta, padre de María, se oponía a esos amores, pero
como en las novelas, al fin pudo más el amor y ambos, María y Juan, terminaron
casándose después de vivir como amantes para que viniese al mundo Antonio
Ricaurte.
Ricaurte
nació tres años después de haber nacido
en Caracas Simón Bolívar, al lado de quien lucharía por la libertad de Venezuela después de haber
cumplido un papel importante en la lucha revolucionaria de Bogotá desde el 20 de julio de 1810. Por su actuación decidida sus compañeros lo
apodaban “El Chispero”.
Estudió y se hizo soldado sin saber, o acaso lo
presentía, que su final estaría más allá del aura trágica que parecía envolver
su vida. Morir por morir no era lo
importante a pesar de todo, sino morir por algo grande después de los maltratos
de la vida. Un día en San Mateo le llegó
su hora, la de pasar a la gloria con un acto de heroísmo en el que sacrificaba la propia vida. Era el 25 de marzo de 1814 cuando Monteverde,
Morales y Boves acorralaban a los patriotas.
Bolívar desesperado trataba inútilmente con los restos de su ejército de
salvar la
República. Había que
dar otra batalla, esta vez, en San Mateo, y la libraron frente a Boves, no fue
inútil el esfuerzo porque Ricaurte hizo algo que parecía imposible. Antes de que Boves tomara el ingenio donde
estaban depositados los pertrechos, desalojó a refugiados y heridos y le
prendió fuego a la pólvora contenida en los barriles. Su cuerpo,
como el ingenio, voló en mil pedazos.
Boves fue derrotado y se salvó el ejército patriota. No sabemos lo que pensó y dijo Bolívar, pero
ha debido llorarlo como lloró a Girardot seis meses antes en las alturas de
Bárbula.
Esa historia contradice la del libertador en el libro del cnel luis Peru de lacroix donde el libertador afirma que el capitán Ricaurte murió en la bajada de San Mateo, de un balazo y un lanzazo. Igual se le ronde honor a este verdadero prócer neogranadino cuyo nombre es honrado por calles, avenidas y unidades militares de Venezuela.
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