El 22 de marzo de 1993 diversos
organismos internacionales vinculados a las Naciones Unidas, acordaron adoptar
esta fecha de manera simbólica para celebrar todos los años el Día Mundial del
Agua.
El acuerdo tomado en 1993 por el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, conjuntamente con la Organización Mundial
de Meteorología, la UNESCO ,
el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables y las ONG u
organizaciones no gubernamentales, entre otros,
se fundamenta en la necesidad de llamar la atención de los habitantes
del planeta, sobre la importancia de conservar tan vital líquido.
Si el hombre de nuestros días no
emprende un esfuerzo continuo y sistemático para preservar y conservar los
manantiales de la vida, listo estará para perecer y sepultar el porvenir de las
venideras generaciones. De manera que el
uso indiscriminado de los recursos hídricos y el agotamiento cada vez más
severo a medida que crecen las poblaciones, exigen una actitud de conciencia
con respecto a su uso.
Las estadísticas mundiales que se
manejan sobre el agua para el siglo XXI, revelan que por lo menos un mil
millones de habitantes de todo el planeta no tendrían garantía de acceder al
vital líquido, y otros dos mil millones dispondrían del agua, pero de manera
insalubre, toda vez que sería difícil el saneamiento adecuado.
Por otra parte, se estima que para
dentro de unos 25 años, la demanda del preciado líquido destinada al consumo
habitacional estaría en un 7 por ciento, otro 2 por ciento a la industria y la
diferencia en regadío. De igual manera
revelan las estadísticas que más del 97
por ciento de las aguas de nuestro planeta son saladas y sólo una ínfima
porción del agua dulce es de fácil acceso.
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