El 26 de marzo de 1812 un terremoto sacudió a gran
parte de Venezuela, especialmente a Caracas, originando un contratiempo
terrible y fatal al proceso de la
República que recién había declarado su independencia y
luchaba militarmente para consolidarla.
El jueves santo, a las cuatro y
siete minutos de la tarde, se produjo la catástrofe sísmica. Caracas, La Guaira , San Felipe,
Barquisimeto, El Tocuyo, Mérida, Carora, Maiquetía, Antímano, Baruta y La Vega casi desaparecen al
estremecerse la tierra durante 48 segundos. A otros muchos pueblos los castigó
el coletazo pero con daños de menor consideración. Se estima que unas 15 mil
personas quedaron sepultadas bajo los escombros. La torre de la Catedral de Caracas se
inclinó partido su primer cuerpo de arriba abajo. Las demás iglesias se
desplomaron. Juan Landaeta, autor del Himno Nacional, al igual que centenares
de personas que acudían a los ritos de la Semana Santa , murió
sepultado al desplomarse techos y paredes de la catedral.
La conmoción fue general y la
confusión y terror de la gente que imploraba la bondad de Dios buscando hacia
el cielo quiso ser aprovechada políticamente por sacerdotes de la iglesia para
sermonear al pueblo haciéndole ver que se trataba de un castigo del Ser Supremo
por negarse a respetar y acatar la autoridad de Fernando VII “ungido del
Señor”. Uno de los predicadores sobre las ruinas de san Jacinto era un fraile
de nombre Felipe Mota, de la congregación de Santo Domingo y a quien el
Libertador, en mangas de camisa y espada en mano, hizo desistir de su discurso
con esta admonición: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y
haremos que nos obedezca”.
Para tratar de frenar a la Iglesia en sus propósitos
contrarios a la República ,
el Congreso concedió facultades especiales al Poder Ejecutivo, y el Arzobispo
de Caracas, Narciso Coll y Prat, fue amonestado y estuvo a punto de ser
extrañado del país. Aprovechándose de la situación y de que gran parte de las
guarniciones republicanas habían parecido en varias ciudades, el Capitán
realista Francisco Monteverde marchaba sobre Barquisimeto y San Carlos mientras en el Sur fracasaba la
expedición que trataba de recuperar la provincia de Guayana.
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