El 12 de mayo
de 1795, después de dos días de lucha, fracasa la sublevación de los negros y
mestizos de Coro que a la cabeza de José Leonardo Chirinos proclamaban su
derecho a ser libres y pedían la supresión de las cargas impositivas que hacía
más miserable la vida de los desposeídos.
La conspiración
contra los blancos y mantuanos coreanos se incubó en la hacienda El Socorro
cuando el rígido recaudador de los Reales Derechos, un señor llamado Juan
Manuel Iturbe, pretendía que se le pagara el tributo de los indios caídos en
desuso y se empecinaba no sólo en la cancelación retroactiva en dinero sino que
abrumaba también a los pardos y a los negros con la carga de la “alcabala”.
Los actos de
violencia de negros y mestizos duraron tres días con su terrible secuela de
terratenientes muertos, caudales saqueados, incendios, pillaje, desolación y
ruina. Los blancos que constituían la
minoría de la población se organizaron en torno a las autoridades y pudieron
hacer frente con éxito a los sublevados. Desde Caracas fueron enviados refuerzos y muy
pocos fueron los que pudieron escapar, entre ellos el líder José Leonardo
Chirinos, zambo libre, hijo de esclavo e india, colono y arrendatario que
trabajaba a la par en la hacienda de los amos de su padre y en la de José
Tellería, dueño de su esposa y de sus hijos.
Chirinos duró
tres meses en fuga y al final puesto al descubierto por una infidencia. Inmediatamente, bajo fuerte custodia, fue
llevado a la Real
Audiencia en Caracas y el 10 de diciembre de ese año
condenado a muerte. Decía la sentencia
que “su cabeza sea puesta en una jaula de fierro sobre un palo de veinte pies
de largo en el camino que sale de esta misma ciudad de Coro y para los Valles
de Aragua, y las manos remitidas a esa misma ciudad de Coro para que una de
ellas se clave en un palo de la propia altura, y se fije en la inmediación de la Aduana llamada de Caujaro,
camino de Curimagua, y la otra en los propios términos en la altura de la
sierra donde fue muero D. José Tellería”.
La mujer de Chirinos fue condenada a ser vendida fuera de la providencia
de Coro y separadamente de la madre”.
Con la muerte de este adalid de los negros esclavos feneció también la
primera y más natural y espontánea tentativa de independencia venezolana, pero
la voz de la sangre derramada encontraría eco más tarde en Picornell, en Gual y
España, en Miranda, en fin en tantos otros que abruman de emoción y se agolpan
en la memoria.
hola
ResponderEliminar