domingo, 14 de julio de 2013
Último viaje de Colón
El 19 de mayo de 1502, Cristóbal Colón emprende desde el puerto de Nueva Cádiz su último y cuarto
viaje tratando, nuevamente y por el este, de darle la vuelta al mundo, sin
darse cuenta todavía que tenía por delante un continente impidiendo su paso.
Fue un viaje borrascoso,
decepcionante como los anteriores porque tampoco lograría, aunque mucho
arriesgó por el oriente esta vez, darle la vuelta al mundo. Su hijo Fernando, de 12 años apenas, lo
acompañó en este viaje y también su hermano Bartolomé.
Llega hasta el istmo de
Panamá, pero no desembarca debido a las borrascas. Regresa a Jamaica y allí queda aislado
durante un año pues sus barcas todas naufragan a causa de los ciclones
desatados.
Cómo salir de aquella isla
junto con su hijo y el puñado de hombres hambrientos que lo defendía del acoso
constante de los indios, era su gran preocupación. Al fin convenció a uno del grupo para que se
arriesgara en canoa hasta Haití en busca de un auxilio que al final llegaría
por otro lado. Un barco que pasó por
Jamaica se lo llevó de regreso a España con su fracaso a cuestas, pero
convencido de haber descubierto algo nuevo que a la larga resultó ser, no
precisamente las indias orientales, sino las occidentales, las que llevan hoy
el nombre de América.
Ahora el Almirante
regresaba, no cargado de cadenas como en su tercer viaje, pero si lleno de
incertidumbre y de una gloria que acaso íntimamente presentía pero de la que el
mundo no tuvo cabal conciencia sino siglos después. Carlos Brandt, en su obra
“El Misterioso Almirante”, dice que Colón estuvo cuatro veces en América, y no
obstante ello murió sin saber que la había descubierto. La reina Isabel lo ayudó con todo su
entusiasmo, y el destino compensa a esa reina haciendo que la lengua de
Castilla, tan insignificante entonces, se convierta en un idioma madre, cosa
sin ejemplo en la historia.
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