Bartolomé de las Casas

El 16 de mayo de 1521, el Rey de España otorgó una Real Cédula al clérigo Bartolomé de las Casas para colonizar pacíficamente la Nueva Andalucía.

Bartolomé de las Casas, quien resultó ser un hombre de ideas muy geniales, había nacido en Sevilla en 1474 y estando en la Isla Española, hoy Santo Domingo, se dio cuenta de los abusos que se estaban cometiendo con los indios y resolvió consagrar su vida al alivio de la raza americana.

Según Real Cédula, Bartolomé de las Casas se comprometía a pacificar la población indígena que reaccionaba violentamente y sin tregua contra las pretensiones del conquistador hispano.  Se comprometía, al mismo tiempo, a fundar tres pueblos en el plazo de cinco años.  Como contraparte, el Rey quedaba obligado a conceder licencia para que 50 hombres acompañaran a Las Casas en su misión y lograr con el Papa autorización para que doce religiosos dominicos y franciscanos se integraran a la tarea de la pacificación.

Las Casas llegó a Cumaná y trató de cumplir lo mejor posible la empresa de pacificar a los indios y realizar la colonización, pero pronto se dio cuenta de lo inútil que sería su tarea al ver que las condiciones del medio y las relaciones con los indios estaban bastante deterioradas.  Gonzalo de Ocampo, quien también había ido como adelantado a pacificar la colonia, utilizaba métodos muy violentos hasta el extremo de ahorcar nueve caciques y  de remitir a España como esclavos a 150 indígenas.

De tal manera que la idea que tenía Bartolomé de Las Casas de establecer en la región una colonia de labradores de Castilla, se vino abajo, decididamente, cuando Ocampo  abandonó Nuevo Toledo, ciudad fundada por él.  Pero si Las Casas fracasó en el hecho práctico de fundar pueblos, no por ello cesó en su campaña ante la metrópoli a favor de los indios.  Doce veces cruzó el Océano en la noble empresa para denunciar el mal trato y los abusos e interesar sobre leyes especiales de protección al aborigen.