El 27 de marzo de 1767, Carlos III,
Rey de España, decretó la expulsión de
los jesuitas así de todos sus dominios, incluyendo a los que desde 1664 venían
evangelizando las regiones del Orinoco y del Meta.
Esta disposición afectó a los
misioneros regulares de la
Compañía de Jesús así como sacerdotes, coadjutores y legos.
Los jesuitas, misioneros de la
contra-reforma, ascéticos y disciplinados, más que al monarca, culparon de esta
medida al Presidente del Consejo de Castilla, el Conde de Aranda, un militar y
diplomático muy enérgico, imbuido de la doctrina de los filósofos franceses.
Para este año de la expulsión, los
misioneros con la anuencia del Gobernador de Andalucía de la cual dependía la
provincia, se habían dividido el territorio de Guayana así: Desde el mar hasta
Angostura, los misioneros capuchinos. Desde Angostura hasta el Río Cuchivero,
los observantes de San Francisco y desde Cuchivero hasta los confines de la Nueva Granada
correspondía a los jesuitas.
A los misioneros jesuitas se les atribuye la fundación de los pueblos
de Carichana, Sinaruco, San Lorenzo, Domo, Piaroa, Atures, La Urbana , Concepción de
Uyape, San José de Paruaza, Santa Bárbara, San Francisco Regis, Santa Teresa,
San Francisco de Borjas, Cabruta y San Luis de Encaramada.
La mayoría de estos pueblos fundados
desde el Cuchivero hasta Colombia fueron destruidos por los ataques constantes
de los indios caribes y el abandono y muerte de los misioneros.
Cuando Don Manuel Centurión recibió
de España la orden de expulsar a los jesuitas, sus poblados pasaron a mano de
los misioneros capuchinos que predominaban en casi toda Venezuela. Centurión se
las llevó siempre bien con los misioneros hasta el punto de que los jesuitas lo
elogiaron después de ser arrojados; sin embargo, sus informes al Rey
denunciaron siempre la esterilidad del régimen religioso y la conveniencia de
sustituirlo por un plan de colonización civil.
Quisiera saber la imagen donde la puedo conseguir con autorización, de que libro.
ResponderEliminarGracias.