La Casa Fuerte
El 7 de abril de 1817 Barcelona tuvo
un amanecer de espanto y muerte. La escasa población corrió despavorida a
buscar refugio tras los muros del Convento de Los Rocoletos (Casa Fuerte).
Los soldados dejados por Bolívar
cuidando la ciudad habían dado la alerta de que miles de soldados realistas
avanzaban sobre la plaza. El sólo nombre
de Aldama estremecía de pavor. Era tan
sanguinario como aquel señor de Oviedo atravesado por una lanza en la batalla
de Urica.
Aldama se acercó y fue reduciendo a
la población y a sus esforzados defensores tras aquellos muros de Dios que
desde entonces moran erizados en derrota allá cerca del Neverí.
Niños, mujeres y hombres fueron
aplastados y humillados en aquella Casa que de Fuerte sólo tuvo el nombre
porque ni los muros ni el heroísmo pudieron evitar que sucumbieran tantos
inocentes.
El General Pedro María Freites y
Francisco Esteban Ribas, comandantes de la plaza, dada su jerarquía, pudieron
sobrevivir aquel momento, pero tan pronto fueron llevados prisioneros a
Caracas, Moxó los condenó y ejecutó en la horca. Más decidido el oficial margariteño Agustín
Reyes, prefirió descerrajarse sobre la sien un pistoletazo. Para él que combatió hasta lo último,
bienvenido era el suicidio antes que saciar la sed de los sanguinarios. Nadie quedó en aquel convento para contar la
historia, pues el coronel Chamberlain, edecán de Bolívar, también fue
maltratado y fusilado y arrastrada a la cola de un caballo su esposa Eulalia
Ramos tras dispararle a un oficial que pretendió ultrajarla. Aldama se adueñó de la plaza y hasta el
Neverí corrió la sangre. Barcelona a la
vez que pagaba un gran tributo de sangre por la redención de la patria le
nacían muchos héroes y muchas heroínas como Eulalia Ramos de Chamberlain nacida
en los ricos valles de Barlovento, allá en Tacarigua de Mamporal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario