El 14 de junio de 1800, Alejandro
de Humboldt, acompañado de Amadeo Bonpland y un indio guaiquerí de nombre
Carlos del Pino que lo siguió durante todo su recorrido, llegó a la ciudad de
Angostura.
Llevaba el científico y
explorador alemán 75 días navegando el Apure, el Orinoco, el Atabapo, Río Negro
y Casiquiare, coleccionando especies botánicas, animales, analizando el clima y
haciendo variadas mediciones de tipo geográfico, hidrográfico y orográfico.
Gobernaba la provincia de
Guayana don Felipe Inciarte, quien recibió a Humboldt y a Bonpland con todos
los honores que merecían quienes estaban prestando un invalorable servicio
científico a España y al nuevo continente.
Tenía Angostura entonces
seis mil habitantes y el gobernador Inciarte había alojado a sus huéspedes en
la casa del Secretario. Humboldt y
Bonpland que llevaban meses navegando los ríos de Guayana en curiaras
estrechas, expresan en el libro “Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo
Continente”, el sentimiento de alegría que los embargaban al pisar tierra
angostureña:
“Quedamos sorprendidos de
las comodidades que dan al hombre civilizado la industria y el comercio;
habitaciones modestísimas nos parecían magníficas, y a cuantos nos dirigían la
palabra, los considerábamos agudos e inteligentes. Después de tan largas privaciones, nos
procuraban gran placer verdaderas pequeñeces; con gozo indecible volvimos a ver
por primera vez pan de trigo en la mesa del Gobernador. Sentirse de nuevo en el seno de la cultura es
un gran placer, pero no duró mucho para el que es capaz de captar vivamente las
maravillas de la Naturaleza
en la zona tropical. Pronto se olvidan
las penalidades sufridas, y tan pronto como se está en la costa, en tierra
habitada por colonos españoles, se trazan ya proyectos para volver al
interior”.
Humboldt y Bonpland
permanecerán, sin embargo, 26 días en Angostura, atacados por la fiebre
malárica, a la que sobrevivieron a fuerza de miel y extracto de
quina del Caroní, no así su criado el guaiquerí Carlos del Pino, quién murió
ocho días después de haber caído enfermo.
Maravilloso, y sembro un árbol en la casa del Congreso que ha sido mermado en sus raíces..
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