El 12 de abril de 1760 nació en
Caracas Juan Manuel Olivares, primero de los grandes músicos y compositores de
la época de la colonia.
Se le vio siempre al lado del famoso
Padre Sojo, Pedro Ramón de Sojo y Palacios, quién junto con el Padre Mohedano
muerto en Angostura, introdujo el café en los valles caraqueños.
Sojo fundó en Caracas la Congregación de San
Felipe Neri, de donde salieron las
grandes promociones de músicos y compositores de una época que América no pudo
superar entonces.
En su Historia Fundamental de
Venezuela, Salcedo Bastardo dice de aquellos neristas, que tenían una
envidiable preparación y un absoluto dominio del oficio. Sus composiciones eran impecables y de muy
alta factura. Cultivaban
fundamentalmente la música sagrada y aún cuando pertenecían a la órbita musical
de la España
coetánea, que es en general, la del legítimo clasicismo europeo, patentizaban
una genuina autonomía expresiva de raíz americana.
Juan Manuel Olivares, de quién muy poco se habla en
nuestros días y como alguna vez escribiera el poeta Alfredo Armas Alfonzo, ni
siquiera una calle ni una esquina recuerda su nombre, ejecutaba el violín. Era pianista y organista del oratorio de San
Felipe Neri. Descendía de una familia
humilde y cuando murió el primero de marzo de 1797, a la
edad de 37 años, sólo dejó como bienes un violoncello,
un piano aun sin terminar, un violín, una viola, una flauta, dos clarines y
papeles de música. A él se le debe
“Salve a tres voces”, “Salmos dixit Dominus”, “Beatus Vir”, “Stabal Mater” y “Lamentación Primera de Viernes Santo”. Calcaño en su obra “La ciudad y su música”,
califica a Juan Manuel Olivares como un compositor singular y alaba su “Dúo de
Violines” diciendo que “es una joya de la música de cámara de la Venezuela colonial”.
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ResponderEliminarporque la gente retardada como tu escribe
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