viernes, 19 de julio de 2013
Día del Bioanalista
Rafael Rangel figura al lado de José
Gregorio Hernández, Luis Razzetti, Santos Dominci, Francisco Antonio Ríquez,
y J. E. Torrealba, como representante
legítimo de la ciencia venezolana en la primera mitad del siglo veinte.
Al sabio betijoqueño le tocó
estudiar, trabajar e investigar en las horas difíciles de la patria, de las
autocracias, cuando se carecía de todo y abrumaban las enfermedades, las pestes
y la muerte. Con pocos estímulos y sin
otro recurso que la voluntad, la fe y el trabajo disciplinado, sin tregua ni
descanso, Rangel salió adelante con sus investigaciones y pudo acertar en su
búsqueda dentro de la parasitología, como investigador científico en los
dominios de las dolencias que prevalecen en nuestro medio rural y que
representan el exponente de nuestra nosografía regional Así lo señala el doctor Félix Pifano, quién
ganó un premio con el nombre del sabio, instituido por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit). Pífano, científico al igual que Rangel en las
áreas de la medicina tropical y de la parasitología médica, ha reconocido en
sus estudios la contribución significativa de Rangel al desarrollo de una
medicina altamente jerarquizada, de acuerdo con las exigencias del movimiento
científico imperante para su época. Los restos de este parasitólogo integral que
fue Rafael Rangel, reposan en el Panteón Nacional y en su lejana y fría tierra
de Betijoque se levanta el Museo Rangeliano de sus escritos, libros y reliquias
relacionadas con su vida de investigador.
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