El 16 de abril de 1818, en el Rincón de los Toros, ocurrió un atentado contra la vida del Libertador que, a la postre, resultó frustrado.
Ocurrió durante su campaña por los
llanos del Guárico y ya de vuelta hacia el Orinoco por la vía de Apure para
reorganizar el ejército y convocar al Congreso de Angostura. Eran las cuatro de la madrugada y luego que
acampaba el ejército tras una ardorosa retirada obligada por la derrota en El
Semen.
El Capitán Renovales, jefe de un comando designado por
el jefe realista Rafael López, no tuvo problemas para penetrar hasta la tienda
de campaña donde dormía Bolívar junto con cuatro patriotas, muy cerca de los
vivaques de sus tropas, pues conocía al
“Santo y seña” y nadie supo jamás cómo.
Santander, engañado, pareció ser el guía de los que
una vez en la tienda dispararon al azar tratando de pescar a Bolívar, pero sólo
consiguieron darle muerte al capellán
Julián Prado y a los coroneles Mateo Salcedo y Fernando Galindo (Defensor en el
juicio de condena a Piar). El Libertador
en medio de la confusión y el tiroteo saltó a su caballo, pero la bestia cayó
herida. Corriendo por entre el
enmarañado bosque, Bolívar trató de salvar la vida. “Mi fortuna por un caballo” gritaba
desesperado hasta que un soldado de caballería le ofreció una bestia a tiempo
que recibía una coz que casi lo deja sin aliento.
El General Páez narra en sus
Memorias este atentado diciendo que
“Estando Rafael López en el pueblo de San José, esperando al Libertador,
acampó éste con su fuerza en el Rincón de los Toros a una legua de San José. Esta misma noche, López logra el santo y seña
de la división de Bolívar y comisiona al capitán Mariano Renovales para
sorprenderlo: este sin ser descubierto y
a quemarropa dispara sobre el Libertador, quién se salva milagrosamente a lomo
de caballo. Al amanecer, los realistas
persiguieron algo menos que una legua a los derrotados, pero éstos
reaccionaron, cargaron y batieron al enemigo.
Fue cuando el asistente de Leonardo Infante mató a Rafael López e
Infante tomó el caballo del jefe realista, ricamente enjaezado, y se lo entregó
al Libertador, quién entró sobre él en Calabozo.”
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