El 6 de abril de 1833 el Congreso de Venezuela autorizó al Presidente José Antonio Páez para que promoviese ante
Santos Michelena, Ministro Plenipotenciario de Venezuela en
Bogotá, fue comisionado para celebrar el tratado entre las dos Repúblicas. Pero esto no se concretó sino en 1839,
segunda Presidencia de Páez. A Venezuela
le tocó pagar la cantidad de 7.217.915 pesos.
La deuda mayor era con Inglaterra que prestaba libras a condición de que
la Venezuela
independiente le asegurara en el porvenir estrechos vínculos económicos.
Pero Inglaterra cobraba intereses
muy altos por sus préstamos y luego de la Independencia pasó
factura por las expediciones de Mac Gregor, Elsen, English y los préstamos
hechos a Zea y López Méndez, durante sus misiones diplomáticas así como por los
daños que la guerra había causado a sus súbditos.
La deuda externa de Venezuela, luego
que fue determinada por el Gobierno de Colombia, no disminuyó sino que aumentó
debido a las luchas internas y a lo depauperado de la economía. En tiempos de Guzmán Blanco continuó
incrementándose y más aún cuando Cipriano Castro, por lo que países como
Alemania, Italia, Holanda, Francia e Inglaterra llegaron al extremo de agredir
militarmente al país. La intervención
amistosa de la Cancillería
de Washington logró zanjar el problema y todo por 16 y medio millones de
bolívares (Venezuela en 1979 adeudaba más de cien millones y en el 2000, 3 mil
millones de dólares). Lo que quiere
decir que los tiempos como las relaciones y las circunstancias cambian, a veces
de manera sorprendente. Pero lo más
importante y triste a la vez es que Venezuela se endeudó para emanciparse o,
por lo menos, para evolucionar en el siglo diecinueve de una formación política
y económica colonial a otra menos vergonzosa, pero que a la postre ha resultado
muy comprometida.
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