El 13 de junio de 1790 nació José Antonio Páez, en Curpa,
un pueblo cerca de Acarigua que anteriormente había pertenecido a Barinas.
De los ocho hijos que tuvieron sus padres Juan Victorio
Páez y María Violante Herrera, Páez venía siendo el penúltimo.
A la edad de ocho años aprendió las primeras letras en
Guama del Estado Yaracuy. Luego un
cuñado lo hizo bodeguero y lo aplicó con éxito en los menesteres de la
agricultura y la cría. Cuando cumplió
los diecisiete años ya era todo un peón de hatos que medía su fuerza con la de
sus compañeros y hacía alarde de sus músculos y del ingenio que lo transformó
en hombre capaz de competir independientemente de sus patronos en la compra y
venta de ganado.
Su vida militar desprovista de toda orientación
académica, hija del medio y de las circunstancias, la comenzó en 1810 al
ponerse al lado de los patriotas que desde Caracas lanzaron el grito de
independencia. Páez aprendió mucho de la
astucia de Boves y a la muerte de éste se posesionó de sus dominios y cumplió
la enorme tarea de convencer a los hombres que saben montar a caballo y
soportar los rigores del sol y del hambre, para que se orientaran por el camino
de la lucha patriótica. Fue una tarea
difícil pero no imposible. Los llaneros
que siguieron a José Tomás Boves hasta Urica, eran venezolanos descarriados que
no sabían por quien ni por que luchaban.
Con José Antonio Páez aprendieron esa lección de patriotismo que
defendieron con las lanzas y a fuerza de trotar por las sabanas. Mucuritas, Mata de la Miel , Las Queseras del Medio
y Carabobo son hitos que enaltecen la vida de este guerrillero de las pampas
venzolanas. Páez, a pesar de lo que
luchó al lado de Bolívar y Sucre para la emancipación y unidad grancolombiana,
provocó su ruptura en 1830 y se erigió en Presidente de la Venezuela
independiente. Aliado con los oligarcas
se enfrentó a sangre y fuego contra los liberales y al final fue a parar a la
cárcel y al destierro. Camino del exilio
en 1850 día de su cumpleaños, escribió este mensaje a los cumaneses que
abogaron por su libertad mientras estuvo preso “Después de Dios, yo debo mi libertad a
los cumaneses. ¡Pueblo generoso,
heroico pueblo! Yo te rindo homenaje, el más sincero de mi profunda gratitud;
vivirás eternamente en mi memoria; celebraré tus dichas y lamentaré tus desgracias. Yo os pertenezco, cumaneses, de todo
corazón”.
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