martes, 9 de julio de 2013

Muerte de Sucre en Berruecos

Archivo:Arturo Michelena Muerte de Sucre en Berruecos.jpg

            El 4 de junio de 1830 cayó en la montaña de Berruecos el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.

            Después de la victoriosa batalla de Tarquí había asistido a Bogotá para representar a los pueblos del sur en el Congreso Admirable.  De regreso a Quito, profundamente decepcionado por el fracaso de la Gran Colombia, la intriga y la ambición política, escribe a su hermano Gerónimo en Cumaná y le expresa su deseo de apartarse para siempre del teatro de la cosa pública.
            Aquello de “apartarse para siempre” fue como un presentimiento, pues más allá emboscado lo aguardaban los esbirros del Gobernador del Cauca, José María Obando, un oficial que después llegó a ser dos veces Presidente de Colombia.
            De regreso lo acompañaba una corta comitiva con la que pernoctó en un lugar denominado "Venta Quemada" y cuentan las crónicas que de allí salió a menos de las ocho de la mañana del 4 de junio de 1830 y se internó por el camino de la selva de Berruecos.
            Debido a lo estrecho del sendero las bestias trotaban una tras otra.  De repente se oyó la voz en grito de un hombre:  “¡General Sucre!”.  Este frenó la cabalgura y al dar el frente, tres balazos, uno al corazón y dos a la cabeza le segaron la vida.  Eran los esbirros de Obando, quienes con los rastros cubierto de musgo se camuflaron en la selva para perpetrar el crimen.  El héroe de Ayacucho sólo alcanzó a decir:  “¡Ay, balazo!!!”.
            Su cuerpo permaneció toda la noche en el barro y al día siguiente humildes campesinos lo llevaron a un prado y al pie de un árbol lo enterraron envuelto en su capa.  Después fue exhumado por el propio asesino, en nombre de la justicia.  El Libertador se hallaba en Cartagena y al saberlo, exclamó:  “Dios Santo, han matado a Abel”.
            Los asesinos de Sucre murieron, unos condenados por la Corte Marcial de Bogotá, otros envenenados y el General José María Obando, atravesado por una lanza en el combate de Cruz verde.


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