Juan José Flores

            El 19 de junio de 1801 nació en Puerto Cabello el general Juan José Flores, primer Presidente del Ecuador y fundador de esa República.

            De los padres de este venezolano que llegó hasta el Sur para fundar la República del Ecuador y erigirse en su primer Presidente, nada se sabe ni nada los historiadores hasta ahora han podido sacar en claro.  Como los orígenes del General Manuel  Piar, permanecen oscuros, envueltos en el misterio.

            Tampoco lo aclara él en su propia biografía.  En ella se limita a decir:  “mi padre fue un español europeo rico  y distinguido; mi madre, nativa del mismo Puerto Cabello, solo se recomendaba por las dotes que había recibido de la naturaleza y señaladamente por su físico”.

            Como se ve, nada aclara y más bien tiende a darle pábulo a la creencia de que fue un hijo expósito, es decir, hijo realmente de buena familia, pero abandonado como consecuencia de esos dramas del honor y del amor.

            Pero lo más interesante es que el General Juan José Flores nunca le dio importancia a su origen sino a lo que él fue capaz de dar y dio como guerrero y como estadista.  Fue el primer Presidente de la República del Ecuador; Rector de la Universidad Central de ese país, estratega vencedor en la batalla de Miñarica cantada por Olmedo.  También incursionó en la poesía y de él se publicó en 1844 el libro “Ocio Poético”.  Siendo jefe superior de los estados del Sur, el General Flores siguió el ejemplo de Páez que había separado a Venezuela de la Gran Colombia.  El 10 de agosto de 1830 convocó a los diputados en Río Bamba y proclamó la República.  Sólo no pudo coincidir con Páez en pedir el ostracismo para el Libertador, por el contrario, pidió para él los mayores honores.  Y no podía ser de otra manera, porque Bolívar siempre  tuvo para Juan José Flores la más grata amistad y deferencia.  Recuérdese aquella carta del 5 de octubre de 1829:  “Adiós, mi querido general; por más querido general; por más que diga de usted, nunca diré bastante.  En un brindis que he dado anteayer, expresé que tenía vergüenza de hablar con usted, porque lo reputaba como anexo a mi persona; y a pesar de todo titulé:  Angel y Joven Héroe, con otras cosas de más sustancias y menos elocuencia”.